La entrada en vigor del euro lo ha convertido en un enemigo para el dinero falso.

La primera alarma ha surgido en Austria. Las autoridades de aquel país han advertido a la población y los bancos de un fuerte incremento de billetes europeos falsos, que, previsiblemente, aumentará aún más en las próximas semanas, pues los falsificadores intentan deshacerse de ellos antes de la introducción del euro, el próximo 1 de enero. Al consumidor privado, las autoridades le recomiendan que en lo posible no acepte ya billetes de países extranjeros que serán cambiados por la moneda única europea, debido a la dificultad de distinguir un billete falso de uno auténtico a simple vista. «El plazo vence. La aparición de billetes falsos se intensificará aún más», señala Herbert Beuchert, experto del ministerio austríaco del Interior.

Beuchert asegura que numerosos delincuentes que poseen dinero falsificado intentan en estos momentos deshacerse del mismo, antes de que el paso al euro convierta en inútil el trabajo que invirtieron en su fabricación. Las principales divisas falsificadas son las liras italianas y los marcos alemanes, pues se sabe que durante las guerras de los Balcanes varias bandas de delincuentes produjeron grandes cantidades de esos billetes, sobre todo de 100 y 200 marcos.

Pero si bien es cierto que Austria ha sido el primer país en intentar hacer frente al problema de las divisas falsificadas el aviso podría extenderse al resto del territorio que formará parte de la zona euro, una moneda que ya ha provocado que afloren grandes cantidades de dinero negro de cara a su blanqueo y posterior conversión a la moneda única europea. En esta primera oleada de billetes falsos registrada en Austria, la mayoría de ellos han procedido sobre todo de viajeros procedentes de países del este y del norte de Europa.

Cuando apenas queda un mes y medio para que el euro sea una realidad tangible para los comercios y los particulares, estos stocks de billetes fraudulentos intentarán, a través de su incorporación al mercado, desaparecer para así ser aprovechados antes de que las mafias que los produjeron puedan tirarlos como si fuera papel mojado.