El colombiano fallecido en una pelea entre compatriotas en una casa de la calle Ignasi Wallis se desangró en un pasillo después de que al menos una de las cuchilladas le seccionara la aorta. Fue poco después de las ocho de la mañana después de que hubiera estado toda la noche bebiendo y anunciando que iba a acabar con el hermano del hombre que se cree que finalmente le mató, presumiblemente por una supuesta deuda o robo que le achacaba tras una última disputa entre los dos.

El ahora presunto homicida, herido en el pecho de otro navajazo, se hallaba ayer en el hospital custodiado por agentes de policía y su pronóstico es menos grave. Su esposa, embarazada de unos siete meses, también sigue hospitalizada con pronóstico menos grave y un neumotórax. La policía, por contra, no la tiene bajo vigilancia, según confirmó ayer la directora insular, Marienna Sánchez Jáuregui.

Robeiro Marín Marín llegó al segundo del número 2 de Ignasi Wallis, una casa en la que residían nueve personas -ocho de ellos colombianos repartidos en dos familias- con su hermano y otro acompañante. Fue directamente a la habitación del hombre con el que quería «ajustar cuentas» y al no hallarlo se dirigió al lugar donde Maximiliano R.F. dormía con su mujer, María Luz G.C.

La mujer recibió la primera puñalada, justo en el pecho, al abrir la puerta al que luego fue la víctima tras escuchar sus continuos golpes en la madera, acciones que acompañó con repetidas cuchilladas sobre ésta.

Su marido presuntamente se abalanzó con el entonces agresor al instante cogiendo otro cuchillo de grandes dimensiones que guardaba en la habitación. Ambos se enzarzaron en un intercambio de lances hasta que Robeiro Marín Marín, con al menos una lesión de gravedad en el cuello y otra en el pulmón, se desplomó al suelo sin que el 061 pudiera hacer luego nada ya por su vida.