El juez Juan Carlos Torres, responsable del juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Eivissa y magistrado que investigaba la extraña desaparición del abogado de Santa Eulària Antonio Ferrer Juan, de 72 años de edad en diciembre de 1997, reconoció implícitamente en su auto de sobreseimiento que dicha persona podía haber sido objeto de un posible crimen. Cinco años después, y sin nuevas pistas, la familia del letrado afincado en es Canar, en C'an Toni den Came, ha pedido al juzgado que se decrete oficialmente su fallecimiento.

«Aunque existen pruebas sobradas de la realización de un delito no hay indicios básicos para responsabilizar a persona alguna de la desaparición», señaló en su día el juez Torres, quien fue incapaz de desenredar la maraña en que se convirtió un caso que tanto la Guardia Civil como el propio juzgado ligó a las presumibles andanzas y actividades delictivas de Juan T.S., más conocido como 'Juanito Rotavella o El Pirata'. Toda la investigación consideró probado que éste llegó a esconderse en la casa del abogado, durmió varias noches en su vivienda y recurrió a él para asesorarse legalmente.

Juan T.S. cumple actualmente pena en la prisión de Palma de Mallorca por al menos uno de los dos secuestros en Eivissa por los que fue condenado por la Audiencia Provincial a nueve años de cárcel después de que la Guardia Civil pudiera detener en abril de 1998 al que fuera el delincuente más buscado de la isla. La detención de Juan T.S. abrió por sus propias circunstancias otra investigación por un desaparecido. La Benemérita 'cazó' al sospechoso en una casa situada entre Santa Agnès y Sant Mateu que pertenecía al alemán Thomas Egner, un residente cuyo paradero hoy en día es tan misterioso y tan plagado de sombras como el de Antonio Ferrer. La investigación ligó la desaparición de ambas personas por la confluencia de pistas que surgieron entorno a la figura del 'Pirata'. A pocos metros de la casa de Santa Agnès. se halló el coche del abogado, desaparecido desde el 4 de diciembre de 1997. Su ausencia vino precedida de una extraña petición de seis millones a un familiar y del supuesto robo del ordenador de su vivienda que almacenaba todo su trabajo profesional. El 'Pirata', además, presentó a la Guardia Civil un sospechoso documento escrito de puño y letra de Egner en la que le autorizaba a residir en su casa mientras él estaba en «Sudamérica». Todo ello cuando el alemán no sabía casi castellano y menos aún la terminología jurídica que fundamentaba el escrito.