Imagen de archivo de una fiesta ilegal celebrada en los últimos años en la isla de Eivissa.

La Guardia Civil realizó su primera intervención de 2006 por una fiesta ilegal el mismo 1 de enero. Ocurrió dentro del municipio de Sant Antoni. Hasta junio no volvieron a actuar en un suceso similar las unidades del instituto armado. Todo ello tras denunciarse otra concentración de jóvenes con música a gran volumen en el término de Sant Joan.

Esta última fiesta, y otra a la que un mes antes la Policía Local de Sant Josep puso fin en sa Pedrera de Cala d'Hort, levantaron temores de que Eivissa, un año más, pudiera ser centro de atención a gran escala para los organizadores de estos eventos.

Al final del verano de 2005, la Guardia Civil había complementado 38 actas por acontecimientos de este tipo, en un año en que se hizo especial presión para acabar con concentraciones de gente que no sólo causaba molestias a los vecinos sino que también podían poner en peligro el medio ambiente.

La tolerancia cero contra estos eventos parece haber dado sus frutos durante esta temporada. La Guardia Civil, hasta octubre de este año, sólo tenía contabilizadas ocho intervenciones en las Pitiüses por supuestas infracciones a la Ley 1/92, según informaron fuentes de la Oficina Periférica de Comunicación (OPC) de la Comandancia de Balears. Todos los municipios que son competencia de la Benemérita registraron dos casos, incluido Formentera, que sufrió fiestas ilegales en es Carnatge y es Caló. Sant Joan fue escenario de otra fiesta el día 19 de junio y, a su vez, Sant Josep y Sant Antoni soportaron otras dos grandes concentraciones de jóvenes durante el mes de agosto. La última fiesta 'desmontada' se celebraba en Sant Josep pasado día 18.

No consta que durante este año haya sido detenida alguna persona en el transcurso de una fiesta ilegal. La experiencia policial ha demostrado que para acabar con esta clase de acontecimientos, y sin que se produzcan incidentes de ningún tipo, basta con pedir que se pare la música y demandar la presencia de alguna persona que se responsabilice de lo que está ocurriendo. Las explicaciones siempre son las mismas: una concentración espontánea de conocidos que celebran una cumpleaños o una boda reciente con la participación desinteresada de un amigo dj. En la mayoría de casos, sin embargo, los asistentes han tenido que pagar un precio a personas que se presentaron como organizadoras y que les prometieron una experiencia única.