Los técnicos sanitarios del 061, en una foto de archivo, intervienen en cualquier emergencia en los que son requeridos.

«Cuando llegamos la mujer entró en el cuarto de baño, se metió en la bañera y con la mano rompió un cristal», explicó ayer una de las técnicos sanitarias que intervino en la emergencia sanitaria de Sant Jordi que acabó el pasado domingo con cuatro operarios heridos. Una escena similar de agresividad describió el médico que la UVI que tuvo que hacer frente a la intervención y que terminó con una brecha en la frente al recibir un cabezazo del marido tras tener que recurrir a un bofetón para que la mujer dejara de morder a una enfermera y poner fin a una situación «caótica, de ansiedad e histeria». «Al entrar en el domicilio vimos que estaba muy violenta y que la estaban conteniéndola, sujetándola tras tumbarla en una cama».

Estas son las declaraciones que dos de los tres trabajadores del 061 afectados por el suceso hicieron en un juicio rápido de faltas por lesiones que celebró ayer el juez José Espinosa. Al concluir la vista, el fiscal pidió una multa de 180 euros para el marido de la enferma y otras dos sanciones iguales para la paciente. Tanto el médico como los otros dos perjudicados renunciaron a cualquier tipo de indemnización, pero expresaron en la vista su temor a que vuelvan a vivirse casos de este tipo en Eivissa. «Quiero que aprendan a comportarse y que se arrepientan», dijo el médico. «Esta no es la primera vez que ocurre algo así», dijo otro de los trabajadores que declaró ante el juez Espinosa.

El matrimonio denunciado reconoció la autoría de todos los hechos que se le imputaban y atribuyó la una escena de «pérdida de nervios» debido a a una fobia de la mujer a volver a ser hospitalizada y a lo que, a juicio del marido, fue un «bofetón desproporcionado» del médico tras reconocer que su esposa estaba «fuera de sí». El marido de la paciente reconoció haber llamado al 061 después de que su mujer temiera estar sufriendo un infarto, dolencia cardiaca por la que la mujer tuvo que ser ingresada en su día en Son Dureta. Dicha convalecencia fue muy traumática y todo indica que la mujer desarrolló una fobia a cualquier atención sanitaria. «No quería volver a recordar el dolor que padecí»

«Le dijimos que no iba a sufrir, que sólo le íbamos a hacer un electrocardiograma y que la sedábamos para que estuviera tranquila. Cambió de parecer tras decir que colaboraba. Vino el mordisco, el ataque del marido, los codazos y el desplome de la cama», explicó el médico.

«Me quedé muy sorprendido al recibir el cabezazo y, mientras esperábamos a la policía, ella me dedicaba miradas frías y me decía que era un maltratador de mi familia y que qué opinaba mi mujer», añadió.