Los servicios de emergencia trataron de reanimarles, pero fue ya imposible. Foto: GERMÁN G. LAMA

Un niño y una niña de dos y tres años, respectivamente, fallecieron ayer por la tarde por inhalación de humo en la casa en la que vivían, el primer piso del número 31 del Carrer d'Enmig, en el barrio de la Marina de Vila. El humo procedía de una estufa eléctrica que, según los primeros indicios, comenzó a echar humo por una sobrecarga. Los niños, de nacionalidad ecuatoriana, estaban solos en casa y por el momento se desconoce si fueron ellos quienes encendieron la estufa. La Policía Científica del Cuerpo Nacional de Policía se ha encargado de la investigación y hoy se espera que se puedan conocer más detalles de lo ocurrido.

Los bomberos echaron la puerta abajo y se encontraron con la casa llena de un humo denso y negro. Hallaron a los pequeños muy juntos en una habitación refugiados bajo el somier de la cama, ya que el humo comienza a acumularse en el techo y va descendiendo según se llena la estancia.

Durante mucho tiempo, tal vez una hora, los especialistas del 061 intentaron reanimar a los niños. Se desconoce si cuando los bomberos consiguieron sacar a los niños aún vivían.

El aviso lo dio la vecina de abajo a las cinco y diez de la tarde a los bomberos, alertada por el fuerte olor a humo. Primero llegaron agentes de la Policía Local de Eivissa, que no pudieron entrar porque no llevaban equipos especiales para hacerlo, según el Ayuntamiento. Al parecer, en ese momento no se sabía si había o no alguien dentro de la casa. Hubo que esperar la llegada de los bomberos.

Trabajadores

Los padres, cuando llegaron al lugar y comprendieron lo que había pasado, sufrieron una crisis nerviosa y fueron atendidos por los especialistas de la Cruz Roja.

Tras el cordón establecido por el Cuerpo Nacional de Policía, los vecinos de la zona comentaban mientras miraban espantados lo ocurrido que los padres de los pequeños llevan unos dos años viviendo en la isla y que son «unos buenos trabajadores y buenos vecinos».

Ayer, al cierre de esta edición, el juez de guardia procedía a autorizar el levantamiento de los cadáveres de los niños.