Unos desconocidos cortaron la electricidad y el agua del Club Robinson de Cala Vedella la noche del viernes, informaron ayer las dos únicas familias que quedan en la urbanización y que, «por miedo», la abandonarán en breve, a pesar de que tendrán que pagar la letra de sus viviendas y un alquiler.

Aseguran que, tras el apagón, vieron que, sobre las ocho de la noche, unas personas abandonaban en coche la urbanización y aunque tienen sospechas de quién puede tratarse no llegaron a verlos.

Trabajadores de las empresas Aqualia y Gesa acudieron ayer para reponer el servicio pero no lo lograron, ya que, al parecer, el lugar en el que se produjo el corte no es de fácil localización.

Sin vigilancia

Según las familias, el Ayuntamiento de Sant Josep les advirtió de que en un mes aproximadamente se les cortaría el suministro de agua y luz por falta de pago, pero desde el Consistorio lo negaron y recordaron que se trata de una propiedad privada en la que el municipio no tiene competencia. Estas dos familias aseguran que la situación en la urbanización es insostenible, ya que el único vigilante que había se ha marchado porque, dijeron, la inmobiliaria que le contrató no le pagaba desde hacía dos meses. Aseguran que los robos son una constante de casi cada noche y que las instalaciones están muy deterioradas.

Con las últimas lluvias se desmoronó uno de los grandes muros que rodea la urbanización. Casi todas las viviendas están vacías porque los propietarios las adquirieron para las vacaciones, alquilar o intentar revender. Esta situación ha hecho que, además, proliferen los okupas. Las familias manifestaron ayer que desde que comenzaron a denunciar la situación en la prensa los agentes de la Policía Local de Sant Josep realizan patrullajes con regularidad.

Se cree que hay unas 40 personas afectadas por un presunta estafa supuestamente realizada por Inmobiliaria Salinas en la venta de estos apartamentos, una circunstancia que se está investigando.