Un helicóptero sobrevuela el edificio que tuvo que se evacuado ayer tarde en Siesta al aproximarse las llamas a las viviendas. Fotos: GERMÁN G. LAMA

La intranquilidad cundió ayer tarde entre los vecinos del barrio de Sa Font, en la urbanización Siesta de Santa Eulària. Un incendio que se declaró en un torrente anegado de cañas cercano a sus casas obligó a desalojar a veinte de ellos después de que la proximidad de las llamas amenazara con claro peligro a uno de los edificios, quemando, incluso, ropa que había tendida en el exterior de la fachada. Al menos una mujer de 81 años tuvo que ser evacuada por Cruz Roja, al parecer, al sufrir una crisis de ansiedad durante el incendio. Varias personas expresaron a este periódico su malestar porque sus repetidas denuncias al Ayuntamiento de Santa Eulària para que se limpiara el torrente no hubieran tenido ninguna repercusión.

Otros dos incendios, iniciados entre las cinco y las ocho de la tarde, al igual con el acaecido en Siesta, motivaron la intervención de las emergencias, así como el desplazamiento de unidades de bomberos y de policía. El primero de los fuegos se inició en las proximidades de la carretera que une Sant Miquel con el Puerto, en el kilómetro 1'4. El fuego pudo ser sofocado después de que se quemaran unos 600 metros cuadrados de matorral, según informaron fuentes del 112. Pocos minutos después llegó la alarma en Siesta. Las llamas alcanzaron gran virulencia y con el impulso del viento en pocos segundos se pusieron al alcance de las viviendas.

Durante los primeros instantes se atribuyó el origen del fuego a los juegos de unos niños que fueron vistos por la zona. Los tres bomberos que actuaba en el lugar se vieron apoyados por cuatro más que vinieron de refuerzo mientras el primer grupo aún trabajaba en Sant Miquel con las brigadas del Ibanat. Los bomberos concluían su trabajo en el torrente, después de que hubieran ardido 4.300 metros cuadrados de cañizal, cuando, poco después de las siete de la tarde, el 112 daba aviso de que había comenzado otro fuego junto a un repetidor de Sant Llorenç ubicado en las cercanías de la carretera de Santa Gertrudis a Sant Joan. La Guardia Civil investigaba las causas de todos estos incendios. En el último, los indicios apuntaban a que comenzó tras descontrolarse una quema de rastrojos.