Rejuvenido, humilde y con un discurso casi pastoral. Javier Rodrigo de Santos recuperó anoche la libertad tras nueve meses entre rejas y pasó sus primeros minutos libre con la prensa, que le esperaba a las puertas de la prisión. Recitó seis frases, se le quebró la voz una vez y se marchó apresuradamente «a reunirme con mi familia».

El día amaneció plomizo, frío y lluvioso. Lo peor para una guardia de doce horas en la penitenciaría de la carretera de Sóller. Los periodistas se agolpaban en el aparcamiento carcelario desde las nueve de la mañana. Sin embargo, el aval de 100.000 euros no llegaba. José Ignacio Herrero, el abogado de De Santos, no descansaba. Gestiones ímprobas y a contrarreloj, para que su cliente pudiera pasar la noche del lunes en casa, o al menos fuera de su celda, la que ha sido su casa durante 270 días. La fianza se gestionó en Burgos, pero en el juzgado de guardia de Palma no aceptaban una copia simple del aval y un hermano del ex regidor viajó a Palma desde Madrid, con el original en sus manos.