32.000 éxtasis en pastillas, 12 kilos de MDMA y 138 kilos de tabletas de chocolate con alucinógenos.

Tjalling Ferdinand Nicolaas Ketwich Verschuur, alias Carlos, detenido por la Guardia Civil con el mayor alijo conocido en España de éxtasis y alucinógenos, es, según el Instituto Armado, «uno de los mayores traficantes de este tipo de drogas de Europa», y llevaba ocho años residiendo en la isla, aunque sin empadronarse. Consta como residente en Amsterdam y, sin embargo, alquilaba los pisos en la isla con su nombre verdadero.

El piso de la calle Mediterráneo en el que fue detenido por la Guardia Civil acababa de ser arrendado por el holandés. En un armario de la vivienda, en el número 8 de esta calle de la zona de Platja den Bossa perteneciente al municipio de Eivissa, almacenaba una gran cantidad de droga: 32.000 pastillas de éxtasis y 12 kilogramos de MDMA en polvo.

La detención

Carlos fue arrestado por los agentes del Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA) de la Guardia Civil, explicó ayer en rueda de prensa el teniente Francisco Albendín, después de que los agentes se infiltraran en la empresa de transporte cuyo camión trajo de Madrid a Eivissa los 138 kilogramos de chocolatinas con alucinógenos. Los del EDOA se hicieron pasar por operarios y cuando Carlos acudió al almacén a recoger las chocolatinas, lo engrilletaron. Con el fin de asegurarse de que la droga quedaba a buen recaudo, los agentes sustituyeron las chocolatinas, empaquetadas en pequeñas cajas blancas sin etiquetar, por papeles y cartones.

Según el teniente, el holandés cambiaba a menudo de casa con el fin de no poder ser localizado. Es de suponer que si lleva ocho años viviendo en la isla, no es ésta la primera vez que realiza un tráfico de drogas de gran magnitud entre Holanda y Eivissa. Finalmente, ha sido el azar lo que ha llevado a su detención. Si los dos camioneros que transportaban las chocolatinas hubieran respetado el cargamento, ahora Carlos estaría distribuyendo pastillas y alucinógenos por la isla, algo que, según se desprende de las palabras del teniente, habrá hecho impunemente en temporadas anteriores.

Al parecer los dos camioneros, ambos de gran corpulencia, estuvieron colocados más de dos días. Comieron, porque dijeron que les entró hambre, una tableta de cinco onzas cada uno.

Ante el juez de guardia el detenido insistió en el argumento de que está atravesando apuros económicos y en que la droga no es suya, sino que aceptó custodiarla por 15.00 euros y que el encargo le fue encomendado por un belga del que desconoce el nombre.