La juez Clara Ramírez de Arellano descartó que Bartolomé Marí Ribas, quien deberá estar un año internado en un centro psiquiátrico para tratarse de un síndrome de Diógenes que supuestamente estaba detrás de su obsesión por acumular podencos ibicencos, recibiera un asistencia ambulatoria al entender que éste pudiera «repetir conductas como las enjuiciadas». De hecho, el propio Sendic clamó en su juicio que criaría perros hasta que se muriera.

Así se recoge en la sentencia dictada por la titular del juzgado de lo Penal número 1 de Eivissa, quien, como ya se informó ayer, ha establecido en su sentencia que Marí Ribas «no podrá abandonar sin previa autorización» de su juzgado el centro ni el tratamiento que se le asigne.

«Optándose por la medida de internamiento y no por la de sumisión a tratamiento ambulatorio pues dada la reiteración en la conducta del acusado y los graves problemas que ha generado en su entorno se estima necesario que su recuperación esté controlada por terceras personas para que se aseguren de que el acusado sigue las pautas prescritas pues se intuye un riesgo de que el acusado pueda repetir conducta», dice la sentencia.

Los problemas que ha acarreado la «obsesión» de Sendic han durado oficialmente algo más de siete años. Según se recoge en la causa que motivó su enjuiciamiento por un delito de maltrato animal de que ha salido absuelto, el Ayuntamiento de Sant Josep inició, mediante decreto de la alcaldía de julio de 2002, un expediente sancionador contra Bartolomé Marí, como dueño de una manada que se supone superó el centenar de ejemplares, y contra su mujer por ser la propietaria de Ca na Yuca, finca de es Cubells donde se localizó el criadero ilegal. Sin embargo, un año después el Consistorio les dio un plazo de tres meses para adecuar y obtener los permisos necesarios para la tenencia y cría de perros. Tras ello, Bartolomé Marí solicitó al Consell y al Ayuntamiento su inclusión en el Registro de Núcleos Zoológicos de Balears y la concesión de una licencia. La «explotación» de Sendic, nunca legalizada, sufrió un total de tres 'redadas', la última en junio de 2007 cuando el juzgado de Instrucción número 1 de Eivissa autorizó la entrada en la finca con el concurso de distintas protectoras de animales, actuación en la que se capturaron decenas de canes.

Bartomeu Marí ofreció en su juicio todo un decálogo sobre su sistema de crianza, un método que para él hace al ca eivissenc como el «mejor perro de presa del mundo». Por ello, defendió la «crianza en libertad» de los podencos, la «selección natural de los más fuertes» y métodos de curación «plenamente naturales», un tratamiento que incluía curar la sarna con hierba. Puso carteles con el número de su cuenta bancaria para quien quisiera colaborar con su «proyecto» y lamentó que la gente «envenenara sus perros».