La chulería siempre es chulería, pero hay que reconocer que algun@s chul@s tienen gracia. Otr@s, en cambio, ni siquiera un poco. Veamos primero un caso con cierta gracia, después otro muy triste y profundamente lamentable y, finalmente, uno tipical spanish de los tiempos que corren.

Accidente de tráfico en una carretera de Sant Josep. La conductora se sale de la vía ella solita, es decir, sin que ningún otro vehículo intervenga en el suceso. El asfalto estaba mojado y el coche derrapó. Llegan los agentes de la Policía Local y, lejos de sentirse avergonzada ante ellos por conducir demasiado rápido, se pone bravucona y les echa en cara que nadie se hubiera encargado de secar la carretera. ¡Con la cantidad de gente que hay en el Ayuntamiento! Agustinet debería coger la fregona más a menudo. Yo, por mi parte, si lo veo fregona en mano secando la carretera para evitar accidentes prometo votarle. Si no, ya veremos.

«Lo vais pagar tú y la jueza». Turbio personaje será juzgado por feo asunto: impago de pensiones que consiste, supuestamente, en no entregar la exigua pensión mensual marcada por la ley a la madre de su hijo. «Este dinero lo vais pagar tú y la jueza», se atreve a decir el acusado a la abogada de la madre de su hijo. Eso lo decidirá la justicia, como también decidirá si, como dice la Guardia Civil, participó o no este hombre en la simulación del hundimiento de un barco para cobrar el seguro y también, presuntamente, en la desaparición de unas piezas náuticas.

Así están las cosas. La crisis es una auténtica gozada para algunos que, además, no tienen reparo en airearlo. Alboroto. Conversaciones variadas. Esperando para entrar en un juicio. «Pues va mi jefe y me dice que si me parece bien, bien, y que si no, pues que agarre la puerta, pero no tiene derecho, porque para algo está la ley, ¿o no?». Ella habla con una amiga, pero un señor con aires chulescos y ajeno a ellas se atreve a responder en semi carcajada mientras les muestra a las jóvenes una foto de la cola del paro en un periódico de Madrid: «Pues no, aquí lo único que cuenta es la pasta, quien la tiene y quien no la tiene». Si las miradas mataran, habría caído fulminado.

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