La juez Clara Ramírez de Arellano, titular del juzgado de Lo Penal número 1 de Eivissa, dejó ayer vista para sentencia la causa de un joven que fue apresado por la Guardia Civil en el interior de una discoteca de Sant Antoni minutos después de que agentes de una patrulla siguieran el vehículo que éste supuestamente conducía a gran velocidad y temerariamente. Según el atestado policial, todo ello ocurrió cuando el presunto infractor iba bebido.

El suceso tuvo lugar a altas horas de la madrugad del 30 de agosto en la avenida de Sant Agustí.

Copas

El acusado, que se juega penas de multa y privación del derecho a conducir, sin embargo, aseguró ayer en la vista que no iba borracho y que su captura tuvo lugar al menos quince minutos después de que hubiera llegado a la discoteca y sin que previamente hubiera visto a la Guardia Civil.

El acusado dijo que durante ese tiempo ingirió tres copas pero aclaró que antes sólo había tomado «dos chupitos».

Un agente que intervino en su captura, pese a estas afirmaciones, relató que él y su compañero vieron claramente cómo el vehículo del acusado pasaba ante ellos a gran velocidad, rebasando en línea continua a dos taxis y un autobús, y estando a punto de arrollar a un operario de la limpieza en la calle es Caló. «Hizo caso omiso a todas las señales de detención que se le hicieron e, incluso, llegó a circular en dirección prohibida», añadió el agente. Éste, además, afirmó que en ningún momento perdieron de vista al vehículo sospechoso y que lo interceptaron después de que hubiera sido estacionado en el aparcamiento de la discoteca.

«Nos costó mucho convencerlo para que saliera. Por lo menos 40 minutos hasta que, al final, lo reconoció todo. En ese momento iba bebido». Tras la prueba dio una tasa de 0,59 mg/l.