Seis de ellos nacieron en Eivissa y el séptimo en la ciudad de Cartagena, lugar de donde proceden sus padres. Son los A.M., una saga de seis varones y una mujer que juntos acumulan 130 antecedentes policiales, en su mayoría por delitos contra la propiedad, amenazas, lesiones y tráfico de drogas. El mayor, de 37 años, J.A.M., el único cartagenero de los vástagos, acumula 33 arrestos. El más joven, sin embargo, de 21 años, sólo ha sido apresado en una ocasión, al parecer, por un reclamación judicial.

El cabeza de familia también tiene en su haber una larga lista de antecedentes y ,quienes lo conocen, afirman que era hombre temperamental acostumbrado a «tirar de navaja» si venía al caso. Casi todos sus hijos han seguidos sus pasos. Raro es el A.M. que no se ha visto implicado en una pelea, un robo con violencia o una disputa en la que alguien resulta amenazado de muerte.

La hermana

Incluso la única mujer de esta retahíla de hermanos, V.A.M., de 25 años, hizo sus pinitos durante su adolescencia. Al menos ha sido puesta ante el juez en 16 ocasiones pero antes de la edad penal era conocida por frecuentar grupos de jóvenes que conseguían sus primeras «ganancias» en los parques y puertas de colegios a base de puños y algún que otro cuchillo en mano. La joven se vio implicada varias veces en delitos de robo por los que fue acusado años otro chico alicantino, entonces su compañero sentimental.

Según la hemeroteca de este periódico, la mayor parte de sus delitos vienen precedidos por su adicción a las drogas. M.A.M., 31 años y una quincena de antecedentes, fue detenido en marzo de 2001 por agredir con otro delincuente habitual a otro individuo para quitarle dos trozos de hachís. F.A.M., de 33 años y con al menos 27 arrestos, fue condenado en 1997 a cuatro años de prisión por un robo con fuerza en una casa habitada. Se da la circunstancia de que conocía de sobra el inmueble: había vivido allí.

Toda la familia, pese a su amplio historial y sus contactos con otros grupos delictivos de la Isla, nunca ha figurado encartada en alguna de las operaciones que se han realizado contra los clanes de sa Penya. Siempre van por libre y su relación con los clanes ha sido coyuntural para conseguir droga a cambio de objetos robados o por su presencia normal en este barrio. Tampoco es habitual que se muevan por otras partes de la Isla. Muchos de ellos, sin embargo, han «rehecho» su vida fuera de la Isla.

F.A.M., sin embargo, ha trasladado su «residencia» a una casa ocupada ilegalmente en sa Capelleta donde en las últimas semanas se han producido incendios provocados por las diferencias entre sus «inquilinos».