Una relación de vecindad de 30 años en Formentera truncada por la talade un pino y la poda de seis sabinas y dos mimosas. La disputa acabó ayer ante la titular del Juzgado de lo Penal número 1 de Eivissa, la magistrada Clara Ramírez de Arellano, después de que el matrimonio afectado interpusiera una denuncia ante la Guardia Civil contra sus vecinos, una pareja francesa, al igual que ellos. El matrimonio denunciado tuvo que sentarse en el banquillo como supuestos autores de un delito de daños por el que el fiscal pide una multa de 720 euros y una indemnización de 6.000 euros. El ministerio público, a su vez, retiró la acusación contra el jardinero que realizó el «trabajo» al entender que sólo cumplía órdenes.

«Shock»

«A mi marido le dio un shock cuando lo vio todo. Vi claramente a mi vecina cómo entraba en su casa gritando: Ya tenemos vista», dijo ayer la denunciante cuando explicaba los motivos de su queja.

El caso se remonta a octubre de 2007 cuando, según los acusados, pidieron permiso a su vecina, como supuestamente hacían todos los años, para limpiar de vegetación la parte de superior de un muro que les tapaba una vista al mar.

La denunciante, persona que en su día fue propietaria de la finca donde residen ahora sus vecinos y que calificó su relación con ellas de «cordiales», sin embargo, aseguró que éstos se extralimitaron y se aprovecharon de su confianza. « Lo descubrimos por casualidad. Si hubieran seguido, seguro que lo hubieran cortado todo», añadió.

Los denunciantes, propietarios de la finca Can Mariano Blai, afirmaron que dichos daños se causaron después de que un jardinero entrara en su propiedad y acabara con un pino que tenía 20 años y con unas mimosas y sabinas de gran valor. «Cortó el tronco de las sabinas y ya no crecen más», indicó la mujer.

Los afectados consideran que soló el pino talado tenía una valor de 2.000 euros, cantidad a la que hay sumar otros gatos de 1.000 euros para recuperar el sustrato donde se asentaba. Calculan que son necesarios otros 3.000 euros para recuperar las sabinas y la mimosas cortadas.

Los acusados minimizaron lo ocurrido y mostraron su sorpresa por la denuncia después de que el pino motivo de litigio, según, ellos estuviera viejo y tumbado ya sobre el muro que separaba ambas propiedades. «Cuando lo vio, se puso a chillar como una loca», apuntó uno de los cónyuges.

El problema de la vista al mar

Los acusados indicaron que desde hace 30 años se realizaba este trabajo de poda de mutuo acuerdo porque las ramas impedían la visión al mar. Según ellos, había una buena relación con sus vecinos que cuajó, incluso, en el regalo de un barco a uno de los hijos. «Lo cierto es que ahora ha tenido problemas, incluso, con otros vecinos», dijo uno de ellos.