La Audiencia Provincial tiene previsto juzgar este lunes a los seis empleados de un bar de Platja d'en Bossa acusados de traficar con estupefacientes en verano de 2008, grupo que fue desmantelado por la policía tras investigarse una serie de intoxicaciones por drogas que ocurrieron correlativamente en la zona y de las que fueron víctimas turistas extranjeros.

El fiscal pide 12 años de prisión para el principal acusado, uno de los encargados del bar, y 9 para los otros cinco detenidos, otro responsable del local y cuatro personas que realizaban la tarea de relaciones públicas. El dueño del bar quedó libre de toda sospecha tras aclararse que no tenía nada que ver con las actividades ilegales del grupo y que, a su vez, desconocía lo que estaba ocurriendo.

Pista

La operación policial, comandada por agentes del Greco de la Comisaría de Eivissa, tuvo lugar tras seguirse la pista a casos de intoxicación por drogas que fueron atendidos en las inmediaciones del bar Manoa durante el mes de julio. Las asistencias médicas tuvieron que auxiliar a jóvenes que sobre todo ingirieron cocaína y éxtasis.

La investigación se cerró el 20 de agosto de 2008 cuando los agentes entraron con órdenes de registro en el local, en un almacén de este bar y en un piso de la calle Mediterráneo.

El operativo, sin embargo, se puso en marcha en el mismo momento en el que se detectó cómo uno de los acusados llevó a cabo una venta a un cliente al que entregó ocho comprimidos de éxtasis y un gramo de cristal.

Los registros posteriores se saldaron con la intervención de 800 pastillas de éxtasis con el logotipo 'LV', 400 dosis de cristal, 160 gramos de cocaína en roca y un kilo y medio de hachís, así como útiles e instrumentos para la preparación y venta de la droga entre los consumidores. En el almacén del Manoa, además, se decomisaron tres sobres con 3.099 euros, dinero que se supone procedente de la investigación de la droga.

Piso franco

La investigación del Greco supuestamente acreditó que los encargados del bar se habían puesto de acuerdo para captar entre sus «clientes» a personas que, además de consumir, realizaran tareas de relaciones pública atrayendo, a su vez, a otros turistas que pudieran estar interesados en adquirir estupefacientes.

La policía también pudo esclarecer que el piso de la calle Mediterráneo estaba siendo utilizado por el grupo exclusivamente para el almacenaje, manipulado y envasado de la droga que luego era «comercializada» en el bar.