«Desde pequeño supe que tenía algo que para mí era normal y para los demás. Tengo un don especial para ayudar a los personas y toda mi vida lo he hecho de manera gratuita y altruista». Éstas son las primeras palabras que pronunció ayer Tomás Arroyo Rodríguez, 'El Brujo', nada más sentarse en el banquillo frente al tribunal que esta semana lo va a juzgar en Eivissa por supuestamente abusar sexualmente de 13 de sus 'pupilas', con edades comprendidas entre los 11 y los 19 años.
'El Brujo' negó durante la hora y media que duró su declaración exculpatoria haber tenido relaciones sexuales, y mucho menos aprovechándose de los poderes que él mismo se atribuyó, con alguna de estas jóvenes. Sólo reconoció una relación sentimental «incompleta» con una de las chicas, precisamente la joven que veladamente, según insinuó, podría comandar la 'conspiración' que le ha llevado a enfrentarse a 138 años de cárcel. «Fui detenido dos días antes de que fuera a comentarle una cosa a la familia de una de ellas. Y ésta lo sabía», apostilló.
El otro acusado, A.C.D., también manifestó su «sorpresa» por las acusaciones que figuran sobre él. También negó haber cometido algún tipo de abusos con las jóvenes que le conocían pese a que el fiscal le pide 34 años de prisión. Reconoció encuentros sexuales con cuatro chicas mayores de edad de mutuo acuerdo. Tanto él como 'El Brujo' coincidieron en resaltar que no era el 'ayudante' del mentalista.
Arroyo, un manchego de 55 años que decía venir al principio sólo de «vacaciones» a la Isla, dio a entender, ya explícitamente, que todo se torció cuando el «grupo de mayores» comenzó a distanciarse, según sus palabras, al llegar otro joven a la que mostraron «un brutal rechazo». El 'mentalista deportivo', que también confesó su buena relación con futbolistas de distintos clubes, especialmente del Valencia, desmintió que hubiera utilizados sus «poderes» para forzar a cualquiera de las jóvenes que entre 1995 y 2006 cayeron bajo un influjo que, según él, no buscó.
«Fueron viniendo a mí por el boca a boca. En 30 años de ejercicio, siete de cada diez personas que he atendido son mujeres», destacó. Tampoco dijo haber forzado a las denunciantes a conjurarse en un «pacto de silencio», para evitar males contra ellas o sus familias, ni tampoco a ser convencidas bajos obsequios. Afirmó que las que recibieron regalos fue porque los pidieron o él quiso ayudar a sus familias. «Todas me pidieron talismanes. Son objetos de energía positiva que yo mismo cargo con mucho esfuerzo», explicó.

Terapia de desnudo
Tomás Arroyo, que señaló sólo «ayudar» a sus pacientes con la imposición de manos y escuchando sus problemas, manifestó que, en la mayoría de los casos, se limitaba a aconsejarles en sus problemas sentimentales, en sus estudios o en sus conflictos familiares. «Sólo le pedí a una chica que se desnudara. Y fue para que venciera el rechazo a su cuerpo. Nada más. Es una terapia que con otras personas ha funcionado», aclaró.
Además, indicó que los futbolistas no fueron peones de sus manejos sino personas que colaboraron con él o que también le tenía amistad. «A una chica le dije que si cuidaba de su hermano y sacaba buenas notas habría Pablito Aimar y a otra que conocería a Cañizares. Éste, incluso, le entregó sus guantes firmados». La vista oral por el caso continúa hoy con la declaración de las denunciantes.

El 'despertar' de Tomás Arroyo con su mentor
Tomás Arroyo contó que hay dos momentos claves en su vida de mentalista y visionario. Primero, el día que, de niño, se abalanzó sobre una mujer que se disponía a subir una furgoneta e intentó impedir que entrara. Fue rechazado. «Luego nos enteramos que se estrelló contra un olivo y de los cinco ocupantes sólo murió la mujer», explicó. El segundo hecho fue igual de inquietante. Un hombre, según su relato, le dijo un día: «Llevo un año y medio esperándote. Sé que ibas a pasar por aquí. Tú eres el siguiente brujo».