Hace un año que una parte de los servicios judiciales de Eivissa se trasladaron al edificio Cetis (Centro Intermodal y de Servicios). El viejo edificio judicial de la avenida Isidor Macabich está tan depauperado y se queda tan pequeño que los funcionarios que se trasladaron al Cetis lo celebraron, aunque en realidad este edificio no se construyó pensando en albergar servicios judiciales y, en consecuencia, tampoco era la solución ideal o definitiva, como ya dijo en su momento el juez decano de Eivissa, Juan Carlos Torres.

«Aquello fue una solución patatera, a la española», critica un funcionario que piensa que «en esta isla los políticos han demostrado ser unos chapuzas que no saben ser previsores: les ha pasado con los juzgados y les está pasando con los colegios y los institutos».

Lo que no se cabía esperar es que en un edificio de nueva construcción surjan enormes goteras, el ascensor se estropee y los funcionarios sientan que se tuestan dentro de un invernadero. «Aun así», quiere recalcar una funcionaria, «que quede muy claro que aquí estamos mejor que en el edificio de Isidor Macabich».

En el viejo edificio las goteras son lo de menos si se comparan con las inundaciones que se producen en el sótano.

«¿Cómo es posible que haya estas goteras en un edificio nuevo?», se pregunta un trabajador del Cetis mientras señala la papelera que acaba de vaciar. Las goteras han llenado un cubo entero en la segunda planta. El cuarto piso, donde se ubica el Decanato, también tiene goteras, según constató este diario.

El problema de la licencia

Ahora los ascensores funcionan bien, pero al principio, con el edificio recién inaugurado, una funcionaria se quedó atrapada durante 25 minutos.

Otro empleado recordó ayer que todavía trabajan con luz de obra y que no está nada claro el asunto de la licencia municipal: «Yo creo que no tenemos ni licencia, una ilegalidad que, si la cometiera un particular, se consideraría grave».