La Policía Nacional intervino para detener a los sospechosos implicados en este caso.

Fue sorprendida mirándose al espejo y cuando se maquillaba en una vivienda de ses Figueretes. Su edad, 16 años, y su número de teléfono móvil figuraba en un anuncio de prensa en los que se ofrecían sus servicios sexuales por 30 euros. Su hermano, un hombre de nacionalidad rumana de 29 años, respondió ayer de un presunto delito de corrupción de menores por el que aceptó un año de prisión e indemnizar a la afectada con 6.000 euros.

Ésta es la condena que firmó ayer la máxima responsable del Juzgado de lo Penal número 1 de Eivissa, Clara Ramírez de Arellano, después de que se llegara a un acuerdo entre la defensa y el fiscal por este caso.

Decisión

Mihail M., el hombre procesado por prostituir a su hermana, quedará en libertad provisional mientras la juez resuelve si debe quedar en suspenso dicha condena, tal y como solicitó su abogada, argumentando que dicha persona carecía de antecedentes.

La policía lo detuvo en mayo de 2006 después de seguir una información que señalaba que tras una anuncio de prensa de la sección de contactos había realmente una adolescente. El anuncio prometía discreción y publicitaba a la prostituta con los calificativos de «superdotada» y «ardiente», entre otros adjetivos. El servicio sexual se ofrecía en un piso.

Los agentes desmantelaron lo que parecía un piso dedicado a la prostitución en la calle Galicia, lugar donde se encontró a la menor completamente maquillada y peinada, después de una operación anterior en la que una chica procedente de Rumanía denunciara que había sido víctima de una red que, bajo engaño, la estaba obligando a ejercer de prostituta en este mismo piso y en un club de Sant Antoni.

Dicha actuación policial concluyó en ese momento con el arresto de una rumana de 21 años y de un compatriota suyo de 38 años que supuestamente, en compañía del hombre que ayer se sentó en el banquillo, afincado entonces en Sant Antoni, dirigían el «negocio».

La menor declaró entonces que no vendía su cuerpo y que tenía órdenes de no coger las llamadas si no conocía el número.