Los vecinos que se vieron obligados a abandonar sus casas por la aproximación de las llamas, ayer, en la mayoría de los casos, pudieron volver. Eso sí, acompañados por los miembros de la Policía Local y de los voluntarios de Protección Civil.
Este periódico acompañó a Pep Planells a su vivienda, que no se vio afectada en su estructura aunque las llamas quedaron a pocos centímetros de ella. En la finca de Cas Sires, ubicada en la Venda de Cas Serres, se encontraba ya su mujer, Paquita, que intentaba asumir el nuevo escenario que le rodeaba.
Pep y Paquita mostraron las incógnitas de la naturaleza. Porque, si bien, la vivienda no estaba afectada, sí lo estaba la baranda que la cercaba. De hecho, de las ruedas de carro de las que estaba hecha sólo quedaban los ejes. Sin embargo, algunos montones de leña cortada que se encontraban en el mismo lugar se mantenían intactos.
Otra de las incógnitas de la naturaleza y de la incomprensión de cómo las llamas arrasan aquello que se le antoja. El palomar con sus habitantes permanecía impasible ante la imagen desoladora que se vislumbraba desde allí. «No entiendo cómo ningún palomo ha muerto asfixiado por el humo, por el calor o por las mismas llamas», explicaba Paquita sin salir del propio asombro. Y es que justo enfrente del palomar se podían ver aún los restos de ceniza de algún objeto arrasado.


Los misterios
Continuando el recorrido por las inmediaciones de la vivienda, sorprende un cobertizo que, por la imagen que ofrece, da la sensación que saltó por los aires. Sin embargo, los pinos que le daban sombra permanecen verdes. Es el poco verde que aún se puede vislumbrar en los alrededores. En un lado, plantas de manzanilla arrasadas, en el otro, la misma plantación luciendo su flor amarilla como si horas antes la zona no hubiese sido invadida por un voraz incendio.
«Da la impresión de que aquí ha venido alguien y ha decidido lo que se podía quemar y lo que no. ¿Tú te lo explicas, porque yo no?», repetía Paquita sin salir del asombro de las incógnitas de la naturaleza. Y a todo esto, le sigue una larga lista de lo que se quemó y lo que no, sin ningún tipo de criterio. Unas sillas de plástico se apilaban intactas, a pocos metros un cubo del mismo material derretido. Una higuera medio abrasada por el calor y dos pasos más allá una palmera cuya base estaba calcinada. Un poco más adelante ni rastro del fuego. Y así un sinfín de incoherencias del medio.
En un momento de la visita, la mujer de Pep visualiza una columna de humo en la ladera de la montaña. Se pone nerviosa, teme que las llamas arrasen sobre quemado. Se tranquiliza, hay una unidad de bomberos en las proximidades. La cortina de humo desaparece en unos segundos.


Emoción contenida
A pocos metros de allí, la casa de la cuñada de Pep Planells. Una vez más, la vivienda no se vio afectada pero todos los frutales que la rodeaban habían sido devorados por el incendio. «Cuando venías aquí, la gente quedaba impresionada con las vistas, decían que parecía Suiza por lo verde que estaba. Y ahora mira», comentaba la pareja. Y ahora sólo se vislumbrada un montón de árboles carbonizados de los que aún salía humo y desprendían calor.
En el último momento, Paquita se despide con los ojos emocionados, mientras Pep no para de moverse de un lado a otro intentando encontrar una explicación a lo sucedido. Y es que no es para menos, esta pareja, que a pesar de no residir en la vivienda sí que pasan allí los fines de semana y se convierte en un punto de encuentro familiar, también se vio afectada en el proceso de expropiación de la carretera del aeropuerto: «Quien nos lo iba a decir, primero la expropiación y ahora esto», resalta Paquita, que a pesar de todo se enorgullece de no haber sido sorprendida por las llamas.


En las inmediaciones
Durante el recorrido hasta la Venda de Cas Serres, el panorama sigue siendo desolador. Aún así, se puede ver cómo la mayor parte de las viviendas permanecen intactas. La fortuna quiso que las llamas quedasen a pocos metros, en algunos casos, a centímetros de la vivienda. Pero no debe ser fácil el volver al sitio donde hace tres días había una gran masa forestal verde convertida hoy en pasto de las llamas.
Por el camino, otra incógnita de la naturaleza. Un corral que por fuera no estaba afectado. Aún así, las ventanas de ventilación estaban negras. El interior deplorable. Un cable eléctrico en el suelo totalmente carbonizado y lo que se deduce que algún día fue la comida de los animales, ahora toda negra. Y las puertas, que estaban forzadas, también se encontraban impunes del fuego. De los animales, ni rastro.
Por todo el recorrido, numerosas unidades del Ibanat, de la UME, la Guardia Civil y la Policía Local. Todos seguían en alerta. Por si acaso. De hecho, los miembros de la Policía Local se ofrecían a acompañar a los afectados. En algún caso, por el temor de los mismos propietarios ante la incertidumbre de cómo se encontrarían la finca que hace tres días abandonaron.
Otra de las imágenes es la de un cobertizo donde aún se puede reconocer el chasis de una motocicleta absolutamente quemada junto a unas estanterías, que corrieron la misma suerte. Sin duda alguna, un incendio que deja constancia que la naturaleza es impredecible, una incógnita, un misterio. Mientras, los vecinos afectados seguían llegando a sus viviendas, intentando recuperar la normalidad que perdieron el pasado miércoles al mediodía.

Más de 200 voluntarios de Protección Civil dedicados en cuerpo y alma
Los trabajos que se llevan a cabo en la zona de Morna cuentan con una colaboración inestimable. Se trata de los más de 200 voluntarios de Protección Civil que se dedican a realizar tareas de apoyo y soporte a todos los profesionales dedicados a la extinción del fuego. Estos voluntarios, procedentes de todas las agrupaciones municipales de la Isla, se coordinan para realizar turnos y contar con los máximos efectivos en todo momento.
Así, a lo largo del día de ayer estos voluntarios se dedicaron a acompañar a los vecinos afectados hasta sus viviendas así como a controlar los accesos cortados.
Los voluntarios de Protección Civil cuentan además con una formación que les permite actuar en caso de tener que ofrecer primeros auxilios, manejar una manguera o apagar un fuego, entre otras situaciones. Aún así, siempre deben ir acompañados de personal experimentado y ofrecerle todo el refuerzo que necesiten en cualquier momento.

Controlando para evitar el «turismo de catástrofe»
El técnico de la empresa Gestió de les Illes Balears, Pablo Gárriz, explicó ayer que el acceso de las viviendas aún continúan cortados y restringido con el fin de evitar a la «gente que viene a hacer turismo de catástrofe». Para ello, los propietarios de las viviendas afectadas por el fuego pudieron volver ayer a sus hogares pero acompañados por miembros de la Policía Local y los voluntarios de Protección Civil. De hecho, Garriz también destacó que con esta medida se evita que la gente circule por determinados tramos en los que aún se encuentran los efectivos trabajando y que puedan entorpecer las tareas de los profesionales.
Así, los expertos, tras realizar una primera inspección del sitio y en caso de no existir ningún peligro para los propietarios, permitía regresar a los vecinos afectados a sus inmuebles. En caso de que hubiese algún imprevisto o la situación hubiese cambiado, el Puesto de Mando volvía a estudiar la situación y valorar los peligros de cada situación. Fuentes de la Conselleria d'Interior aseguraron ayer por la tarde que se dio algún caso en el que se aconsejó a los propietarios no regresar a sus hogares hasta que la situación no se estabilizase, siempre en función de la valoración de los técnicos, aunque en su mayoría sí que lo pudieron hacer.