El acusado, que cumplía una condena por robo, fue descubierto cuando reingresaba el 7 de diciembre en la cárcel. | Irene G.Ruiz

Un año y dos meses más de privación de libertad. Ésta es la condena que recayó ayer en un recluso de la cárcel de Eivissa que, tras volver de un permiso penitenciario, fue sorprendido cuando intentaba introducir droga en la prisión.

El acusado, un hombre de nacionalidad española que en ese momento cumplía una pena por un delito de robo, llevaba cien gramos de hachís en el interior de su estómago cuando fue detectado por uno de los controles de seguridad de la prisión de Eivissa.

El caso fue visto ayer en el Juzgado de lo Penal número 2 de Eivissa. El sospechoso, acusado ahora de un presunto delito de tráfico de drogas y defendido por el abogado José Manuel Ramos, no tuvo que declarar. Sólo manifestar su conformidad con un acuerdo judicial.

Éste se enfrentaba a tres años y dos meses de cárcel pero su condena quedó reducida a 14 meses después de que se llegara a ese pacto tras discutir el caso entre el fiscal y el letrado que representaba los intereses del reo. La detención de dicha persona se formalizó dentro de la cárcel el día 7 de diciembre del año pasado.

Rayos

Los sistemas de seguridad de la prisión de Eivissa detectaron la presencia de elementos extraños en el aparato digestivo del recluso que volvía a la disciplina penitenciaria.

Los rayos señalaron que el recluso llevaba un indeterminado número de barritas en el interior del estómago suponiéndose, como luego se confirmó, que eran envoltorios con droga.

Una vez que se logró que éste expulsara dichas barritas, que estaban envueltas en plástico, se comprobó de que se trataba de hachís y que el peso concreto de la droga ingerida alcanzaba los cien gramos.

El acusado no reveló si existía algún motivo oculto en su acción y terminó enfrentándose a un presunto proceso por tráfico de drogas ya que, según reconoció ayer ante la magistrada Martina Rodríguez, intentó introducir el hachís dentro de la cárcel para venderla entre los otros reclusos.

Barritas de seis centímetros

Las barritas que había ingerido, protegidas por plástico, medían entre tres y seis centímetros de longitud. Si el hachís hubiera llegado a su sangre, le hubiera podido costar la vida.