Los responsables policiales de Sant Josep tienen claro que querer es poder. La máxima se está aplicando para resolver los principales problemas con los que en los últimos años se están encontrando. Mantener el orden en sus principales zonas turísticas, Platja den Bossa y Cala de Bou, y atajar problemas derivados de fiestas en fincas privadas que degeneran en múltiples problemas para los vecinos son algunos de los principales problemas que se afrontan en esta temporada.
Sin embargo, no son los únicos. Este año el aeropuerto también es una 'zona caliente' para los agentes de la Policía Local de Sant Josep, en un esfuerzo por impedir la presencia de taxis piratas. Problema similar es el de la venta ambulante ilegal. «Actuamos con lo que tenemos. Denunciamos y se hace lo que se puede de acuerdo con lo que dicta la ley», señala Paquita Ribas, concejala de Gobernación en este municipio.
Ribas y Jaume Ramon, éste último Jefe de la Policía Local, sin embargo, muestran su satisfacción por los logros conseguidos en Platja den Bossa, una zona especialmente difícil porque en ella se acumula del 80% de la oferta de ocio del municipio, conviviendo con espacios de residentes. «2006 y 2007 fueron dos años especialmente difíciles. Incidimos mucho en que la situación podía cambiarse, en que se podía hacer y en que había que convivir. La solución pasaba por aquí, más que en multar o denunciar. Bastaron dos o tres medidas contundentes, el cumplimiento de un horario de cierre y mucha información. Aprendimos de ello y ahora es controlar», apunta Ribas.
Los robos y hurtos son otras de las preocupaciones que se tienen en mente, especialmente en un territorio con 32 playas. «Trabajamos con la Guardia Civil, nos reunimos y al final del verano no olvidamos hacer balance para mejorar», resalta Jaume Ramon.

Fin a las fiestas descontroladas
Los responsables policiales también entienden que la política disuasoria para acabar con las molestias que ocasionan las fiestas en fincas privadas está dando sus frutos. «Ya no es lo mismo que antes. Ahora ya saben que alguien va a tener que responsabilizarse. Si hay un problema, al final puede ser que tenga que responder de todo ello el propietario. Por eso, en los contratos de alquiler de las casas ya figuran cláusulas que reglan qué puede ocurrir si hay ruidos», explica Ribas.