Las personas que empiezan en la Isla su andadura profesional en el ámbito de la administración de Justicia se sorprenden de la gran cantidad de casos por atentado que llegan en Eivissa a los juzgados de guardia. En sólo tres días, esta semana se tramitaron una decena de atestados en los que los agentes de la autoridad habían sido supuestamente víctimas de una agresión. En otros lugares con amplia población, la frecuencia en verse casos de este tipo de delitos se califica de poco frecuente.

Impotencia.

La cuestión no es nueva, pero sí provoca cierta alarma que los agentes de policía y Guardia Civil manifiesten, al menos en privado, la sensación de impotencia que les produce sentirse cada vez menos objeto de consideración y de la autoridad que le debía de conferir su uniforme y su placa.

Respeto.

Una vez que las causas pasan la criba de la instrucción en el juzgado, muchos de los delitos quedan reducidos a resistencia o mera desobediencia siempre y cuando quede claro de que no ha habido un ataque intencionado sobre el agente afectado. La calificación, sin embargo, no resta en sí importancia al suceso. La realidad es que el agente ha tenido problemas y no ha sido respetado.

Insultos.

Sea como sea, la dinámica de estos incidentes, según la experiencia de lo que relatan los informes policiales, siempre es la misma: acaloramiento, desatención, enfrentamiento seguido de insultos y ataque. Luego, defensa del agente, apoyo de más unidades si es necesario y reducción del sospechoso «utilizando la fuerza mínima indispensable».

Derechos.

La misma experiencia señala que, una vez ante el juez, los acusados suelen actuar de la misma manera. Echan la culpa al alcohol, las drogas o a un mal momento y señalan, sin dudarlo, que todo comenzó por la actitud «chulesca» de los agentes que, extralimitándose en sus funciones, «pisotearon sus derechos».

Reflexión.

Ante el elevado número de casos de atentado, pese a todo, hay quienes plantean la siguiente máxima: el funcionario de policía debe hacer siempre gala de una paciencia y de una educación exquisita. Y en los momentos más tensos debe recordar que está para solucionar problemas y no para crearlos.

Ejemplos.

Últimos casos que han trascendido. Pareja de rumanos en el juzgado. Él es enviado a prisión porque está en busca y captura por un robo con violencia. Al saberlo, se tira al suelo y su novia, que está allí, ataca a un agente que escolta al detenido y le araña la cara. Días antes el escenario es Formentera. Italiano bebido que no sólo se lía a patadas y cabezazos con los guardia civiles sino que, además, intentara desarmar a uno de ellos. ¿Es todo esto normal?