Propuesta para una nueva campaña. A escoger por la conselleria o el ministerio que mejor pueda realizar la promoción. El lema es el siguiente: «Si traficas con drogas en Eivissa, hazlo en grupo». Las ventajas que se consiguen con esta revolucionaria fórmula son muchas, y para casi todos.

El Estado, sobrecargado por las deudas consigue, a buen seguro, aligerar sus arcas, o al menos no gravarlas más. Si se cae detenido en solitario, y sorprendido en un 'pase' o con una cantidad importante, no sólo habrá que pagar el mantenimiento del aún sospechoso en los calabozos de la Guardia Civil o de la policía. También habrá que hacer frente a los gastos que genere su estancia en prisión los días que esté antes del juicio. Ahora bien, si usted trafica en compañía, el Estado sólo tendrá que pagar el alojamiento ocasional del grupo y, de uno o dos en la cárcel, como mucho, si tiene la mala suerte de que el fiscal vea cierta relación suya con los estupefacientes. Y para colmo 'el sistema', el mismo en que dijo creer cierto innombrable personaje público de relevancia, se ahorra mucho trabajo y papeleo. Con un único detenido y droga más agentes viendo el pase, aplicamos en el juzgado la fórmula de sota, caballo y rey. Cárcel mientras se analizan los estupefacientes intervenidos. Con varios, un grupo, usamos la otra. Ojo, simplificamos si no hay escuchas telefónicas. Metemos en prisión al que tenga la droga encima o dentro de un objeto de su propiedad, o simplemente reconozca su posesión (aunque no lo sea) y el resto, a la calle. Eso sí, estos afectados ya podrían acabar en el banquillo frente a penas de 6 a 8 años (las superiores son para jefes de organizaciones investigadas durante meses). Sólo ha sido un caso de malas compañías, un malentendido, pese a que policialmente sea blanco y en botella. Usted elige cómo prefiere traficar. Veremos qué pasa con la última operación.

Menos riesgos.

El traficante tipo que cae a diario en Eivissa, el denominado pastillero, suele jugarse, con la última reforma del Código Penal, condenas que van entre los tres y los cinco años de prisión. Eso sí, siempre que actúe en solitario, con poca cantidad para vender y luego pueda acreditar que sus facultades «volitivas y cognitivas» están mermadas por su adición. Ahora bien, si el traficante opera en grupo los riesgos de que, incluso, pase por la cárcel, aunque sean sólo unos días, son mínimos. La experiencia demuestra que el «sistema» no se moja cuando los detenidos de un grupo llegan al juzgado. Si no se sabe bien quién era el poseedor de los estupefacientes intervenidos, uno o dos son los que terminan en la cárcel, los más próximos al alijo. Los demás quedarán técnicamente en libertad provisional. Esto ocurre cuando la cantidad es grande. Si es poco, incluso se aplica el axioma de «consumo compartido» y fin de la historia. Todos a seguir drogándose.

Ahorro.

Menos trabajo.