La Isla estaba llena de campeones y ahora, con el cierre de la temporada, muchos volverán a su lugar de origen y, en su defecto, a su lugar de residencia. Así lo anunció en el juzgado Adrián G., el último de los campeones que ha saltado las páginas de los periódico y que, tras su breve paso por la prisión de Eivissa, se dispone supuestamente a regresar a Madrid para continuar con sus ejercicios de pesas y proseguir con sus entrenamientos de boxeo tailandés. Eso sí, ante la juez que compareció después de presuntamente dejar 48 horas antes noqueado en los alrededores del hotel Ushuaïa a un argentino al que hubo que operar de fracturas en la cara dejó bien claro que no tenía ni idea de artes marciales.

En el cuadrilátero. Adrián G., pese a esta afirmación, es hoy en día un hombre mediático. Basta poner su nombre en internet para verle subir al cuadrilátero en la localidad madrileña de Navalcarnero. En el vídeo se ve claramente cómo su rival cae a la lona sin que haya pasado un minuto de cruce de golpes en los que, por cierto, el que más encaja es precisamente el oponente de nuestro campeón porque en, este tipo de especialidades, todos son campeones de algo.

Fotografías. Por si alguien tiene dudas hasta hace poco en su espacio de la red social Facebook, y en abierto, como las grandes cadenas, se le puede ver haciendo todo tipo de guiños a la cámara, incluidas penetrantes invitaciones que él hace para que se le mire a los ojos y posturas pugilísticas. Y en el otro terreno, también circulan por la red una imagen de cómo quedó el rostro de su supuesta víctima, persona a la que, según Adrián G., sólo propinó «un bofetón con la mano abierta».

En la portería. El día de «la mano abierta» Adrián G. fue localizado por su denunciante en la puerta del Ushuaïa. Se ve que pasaba por allí porque tanto responsables del establecimiento como él mismo se apresuraron a aclarar que fue despedido del denominado servicio de seguridad en agosto cuando se hizo limpieza por otro gran campeón, éste con al menos una muerte atribuible a sus puños. Paulo César Baptista (antes José Pereira Sousa) sigue pendiente de detención. Buscado en Portugal con su identidad real desde hace dos años por pertenecer a la Mafia da Noite y ahora en España también era un gran deportista: practicaba 'valetudo', una especialidad de lucha en la que, efectivamente, vale todo.

En espera. Otros empleados (y oficialmente no empleados) de locales de ocio también tuvieron problemas con la Justicia durante esta temporada, pero sus casos no trascendieron tanto. Los especialistas de la portería, bien musculados y curiosamente siempre alejados de las nobles artes marciales japonesas, donde, por principio, el practicante sabe que lo último que debe hacer es golpear, regresarán el próximo verano a la Isla tras tonificarse en sus gimnasios invernales. Tengamos paciencia, en menos de un año podremos volver a ver sus puños y ojalá no nos toque sentirlos.