Por la boca muere el pez. Dicho y hecho. Una juez de Eivissa, la magistrada Martina Rodríguez, ha impuesto a 66 días de trabajos en beneficio de la comunidad a un residente de nacionalidad china de 34 años que fue denunciado por maltrato y que, pese al silencio de su mujer, ha terminado siendo condenado. Para ello bastó escuchar la cinta del juicio y recordar lo que dijo en su último turno de palabra: «Es lo normal en China».

La juez Rodríguez, en una sentencia que ha sido recurrida, resuelve de esta manera un suceso ocurrido el 26 de mayo en un domicilio de la calle Josep Zornoza Bernabé donde la pareja tuvo una discusión a causa de cuestiones relativas a una niña de tres años, hija de ambos.

«El acusado, tras empujar a su pareja, la golpeó en la cabeza con su puño, ocasionándole una contusión parieto temporal», recoge como probado la resolución dictada por la titular del Juzgado de lo Penal número 2 de Eivissa.

La magistrada valora que la mujer se acogió a su derecho a no declarar en el juicio y que el parte médico tampoco era una prueba definitiva. Sin embargo, la cuestión probatoria deviene mucho más habida cuenta de que es el propio acusado el que reconoce en fase de instrucción haber empujado y golpeado con el puño y en la cabeza a la denunciante, si bien en el plenario sólo habla de un empujón y, motivado, porque la denunciante estaba golpeando su teléfono móvil»

La guinda la puso el residente chino cuando se le concedió el derecho a la última palabra. Fue entonces cuando, según la sentencia, dijo que la conducta que él llevó a cabo es «lo normal en China».