El primer invernadero de marihunanaque fue descubierto por la policía al sospechoso en abril de 2002.

Infatigable, Roman G., un vecino alemán de Sant Carles de 62 años, volvió en 2010 a realizar su actividad favorita: cultivar marihuana. Y la policía volvió a detenerle por ello. Una juez de Eivissa le ha impuesto una nueva condena de un año de prisión por llevar su pasión más allá de los límites de lo legal.

Roman G, respondió en esta ocasión de los 12 kilos (seis, según la defensa) de marihuana en los que, según los análisis, quedaban convertidos el centenar de plantas que los agentes decomisaron en una construcción adyacente a la vivienda que ocupaba el sospechoso y que estaba acondicionada como un invernadero.

Argumentos

El residente alemán, como hizo ahora hace diez años, explicó que su especial relación con el cannabis superaba los 30 años, negó que estuviera traficando con esta droga y argumentó, otra vez, que es una persona que está interesada en el cultivo de cáñamo por las distintas aplicaciones que se podían extraer de ello, además del consumo de las sustancias estupefacientes.

La policía lo detuvo en abril de 2002 tras descubrir en esta misma parroquia un cultivo del que se requisaron cerca de 600 plantas. Una primera estimación realizada entonces apuntó a que el total de decomiso se elevaba a 50 kilos de droga, aunque los laboratorios establecieron que, de toda la plantación, sólo se hubieran podido extraer 20 kilos. Junto a las plantas se intervino gran cantidad de semillas de procedencia holandesa.

La defensa de Roman G. recordó durante la causa que, una vez más, no se intervinieron materiales o instrumentos que los traficantes suele utilizar para pesar y distribuir las sustancias entre posibles clientes.

La juez Martina Rodríguez, titular del Juzgado de lo penal número 2 de Eivissa y magistrada responsable de la sentencia, sin embargo, consideró que la cantidad aprehendida cubriría el consumo durante 10 meses y ello supondría superar los límites. Incluso, para un hombre como Roman G.