Justicia sometió esta semana a los juzgados de la Avenida de Isidoro Macabich de Eivissa a un nueva inspección. Debe haber sido la enésima que sufre el edificio. Y sin visos de solución.

Treball.La Inspecció de Treball, en otras ocasiones, al parecer, también ha realizado inspecciones en el inmueble. Todo ello a instancias de los sindicatos que representan a los funcionarios afectados por las deficiencias estructurales del edificio.

Resultado. A estas alturas de la película democrática española se entiende que dichas inspecciones y revisiones, como otras que se puedan producir en el ámbito de la Administración, no tienen un coste cero. La pregunta clara es: ¿por cuántas inspecciones, informes, estudios o proyectos van a pasar los juzgados de Isidoro Macabich antes de que se construya un nuevo edificio que ponga fin a tal esperpéntica situación?. Si se sigue el razonamiento, hay respuesta: unas cuantas más. Y todo para volver a copiar y pegar.

Y, oh!, sorpresa. Parece ser que la última inspección ha revelado las mismas carencias (y alguna más, eso sí) que han venido denunciándose año tras año. La lista ya aburre: filtraciones de aguas en los sótanos que afectan ocasionando disfunciones a los ascensores y a las zonas de archivo, insalubribilidad en determinados compartimientos y un claro agotamiento de los espacios obligando a convivir a los funcionarios entre carpetas y papeles. Lo mejor de todo es que no hay salida de emergencia en un edificio público. En caso de peligro dos soluciones: intentar llegar a la azotea o tirarse por el hueco de la escalera. La última opción, menos recomendable. Si es usted promotor o constructor, no se le ocurra intentar presentar a la Administración un proyecto sin salidas de emergencia convenientemente señalizadas. Se supone que se lo echarán para atrás.

Calambres. Los ‘especialistas' de Justicia, sin embargo, han podido anotar también en su libreta que los funcionarios de la quinta planta están cansados de recibir calambrazos cada vez que tienen que abrir un mueble o un archivador, elementos de metal no provistos de aislantes. Por caprichos del destinos (de la electricidad estática o lo que sea ya que, por el momento, se ignora) dichos calambrazos se producen aleatoriamente. Es un aliciente con el que cuentan los funcionarios para hacer apuestas.

Inversiones. A estas alturas de la película democrática española se entiende que dichas inspecciones y revisiones, como otras que se puedan producir en el ámbito de la Administración, no tienen un coste cero. La pregunta clara es: ¿por cuántas inspecciones, informes, estudios o proyectos van a pasar los juzgados de Isidoro Macabich antes de que se construya un nuevo edificio que ponga fin a tal esperpéntica situación?. Si se sigue el razonamiento, hay respuesta: unas cuantas más. Y todo para volver a copiar y pegar.