Agentes de la Policía Local de Sant Antoni y de la Guardia Civil tratan de tranquilizar al padre de la víctima en el lugar del suceso. | Sergio G. Canizares

La desgracia sorprendió a la tranquila calle de Mosseny Ribas i Ferrer de Sant Antoni a eso de las 08,00 horas de la mañana. En el número 2b, en Casa Holanda, David E.P.O., un niño de siete años que iba a cumplir ocho en el mes de octubre era golpeado en la cabeza por una columna de hormigón del jardín provocándole la muerte.

«Ha sido un suceso terrible porque el niño estaba a punto de irse al colegio y salió a jugar mientras su abuela les preparaba un bocadillo a él y su hermana de cuatro años», aseguraba aún muy afectado uno de los tíos del menor fallecido.

Precisamente en ese momento, la madre, de nacionalidad ecuatoriana, no se encontraba con los niños puesto que trabaja en el Bar Formentera de la localidad. «Te puedes imaginar el golpe tan duro que ha sufrido en cuanto se ha enterado de la noticia, porque nadie tendría que ver morir a sus hijos», explicaba el mismo familiar, hermano de la abuela de los niños.

Por eso, los padres y la hermana mayor del fallecido, de 16 años, tuvieron que recibir tratamiento psicológico por parte de psicólogos de Cruz Roja. «Cuando ha llegado el personal sanitario en dos ambulancias para intentar reanimar a mi sobrino también han tenido que tratar a la niña pequeña, que todavía no se creía lo que había pasado y pensaba que era un juego», explicaba el familiar.

La familia del menor fallecido llevaba viviendo en la vivienda de la calle Mosseny Ribas i Ferrer en régimen de alquiler desde el mes de diciembre de este año. Todos ellos son ecuatorianos, aunque el niño ya tenía la nacionalidad española. «En los próximos días estudiaremos a ver qué hacemos con el cuerpo de mi sobrino, miraremos a ver si la casa tiene seguro y contrataremos un abogado para que analice y estudie quién tiene la culpa, porque la columna de hormigón justo divide las dos viviendas», explicaba el tío del fallecido.

En este sentido, los familiares aseguraron que estaban seguros que no les iban a faltar apoyos por parte de la amplia comunidad de ecuatorianos que hay en la Isla. «Afortunadamente, tanto la madre como alguno de los familiares tenemos trabajo y algo de dinero ahorrado, pero estoy seguro que todos una vez más entre todos nuestros compatriotas nos ayudaremos, como ya hemos hecho otras veces», concluyó el portavoz de la familia.