La actuación inmediata de los agentes del Parc de Bombers y de los miembros del Ibanat permitió apagar las llamas y evitar una nueva catástrofe.

Las alarmas volvieron ayer a sonar en el municipio de Sant Joan. Después de dos años sufriendo graves incendios devastadores, ayer se pudo evitar que la historia se repitiera gracias a la rápida actuación de los bomberos y a los miembros del Ibanat.

A las 17,45 el Parc de Bombers movilizó dos caminos a los que se les unió varias brigadas del Ibanat y una dotación aérea. Las llamas se registraron, una vez más, en la zona de Benirràs, exactamente en el camino antiguo de la zona.

En total las llamas arrasaron 2.700 metros cuadrados de superficie, 2.000 de arbolado y 700 de zona agrícola, según informó la Conselleria balear de Medi Ambient. A las 20,00 horas, y después de refrescar la zona, se dio por extinguido el incendio que prendió cerca de una vivienda.

La gran perjudicada

Sin duda alguna, la Comunidad Valenciana está registrando en los últimos días los perores incendios de la historia. Más de 1.850 efectivos terrestres y 47 medios aéreos trabajaron durante la jornada de ayer controlar los dos fuegos que azotan la provincia de Valencia, declarados el jueves y el viernes en las localidades valencianas de Cortes de Pallás y Andilla, el último de los cuales ha alcanzado la provincia de Castellón.

El fuego de Cortes ha afectado a un total de 12 términos municipales, mientras que el de Andilla ha llegado a los términos de 8 poblaciones.

Desde el jueves, la cifra de desalojados asciende a 3.000 personas de forma preventiva, aunque la mayoría han podido ir regresando a sus casas. El último desalojo se produjo en Yátova, donde un centenar de vecinos tuvieron que abandonar sus casas. El servicio de emergencias ha dispuesto un total de cuatro albergues para atender a estas personas.

En ambos incendios los trabajos se centraron en frenar el avance de las llamas, proteger los núcleos urbanos y sellar el perímetro afectado.

Los incendios forestales han arrasado alrededor de 20.000 hectáreas y, al cierre de esta edición seguían activos, ya que las condiciones de cambios constantes en la dirección del viento los hacen difíciles de controlar.