Los vecinos indigandos, junto al aparejador municipal Miguel Ángel Martí Miralles y el jefe de bomeros Miguel Sevilla. | L.A.

En el edificio Torres de San Rafael de Sant Antoni ayer por la mañana los vecinos no hablaban de otra cosa: la puerta de emergencia que da salida a la azotea estaba cerrada con llave, y esta llave no estaba en el cajetín rojo que se debe romper en este tipo de situaciones sino que estaba en poder del propietario del único piso ubicado en la séptima planta.

A esta azotea tendrían que haber salido las doce personas que quedaron atrapadas el viernes por la noche en las plantas superiores del edificio tras declararse el incendio en el tercer piso. Sin embargo, tuvieron que escapar por una ventana que da a la azotea del inmueble de al lado bajando por una escalera de hierro oxidado. Empezaron huyendo por sus propios medios y después con la ayuda de la Guardia Civil.

Así lo relató la vecina del sexto, Clara Pincay, que junto a su marido salvó a sus dos hijos de 8 y 19 años del incendio. Sus hijos se encontraban en su casa, y ella y su marido estaban en el bar que regentan en la misma calle Vara de Rey. «Cuando veo que el humo sale del edificio, empiezo a subir por las escaleras pero una bola de humo caliente me empuja. Llegué casi hasta el fuego, hasta el tercero, pero como no llevaba nada con qué taparme bajé otra vez y me acordé que hay una ventanita da al edificio de al lado. Lo intentamos y fue lo mejor que hicimos, arriba encontramos una escalera destartalada y empezamos a sacar a la gente», explicó. «Mi marido y yo fuimos los primeros, cuando yo ya saqué a mis hijos, le dije a la Guardia Civil, ‘subir que hay más gente arriba’, y siguieron sacando al resto», agregó. Los hijos de Pincay bajaron a gatas del sexto al quinto piso donde estaba la ventana por la que escaparon. Toda la familia tuvo que dormir en el hospital de Can Misses, y el marido de Pincay y sus dos hijos permanecieron ingresados por intoxicación de humo hasta ayer a mediodía.

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