José Bretón, acusado de asesinar a sus dos hijos el 8 de octubre del 2011 en Córdoba, durante el juicio que continúa hoy, 2 de julio de 2013, con las declaraciones de psicólogos, técnicos de telecomunicaciones y geólogos. | Efe

Los psiquiatras y psicólogos que han hecho un estudio psiquiátrico y psicológico de José Bretón, al que se juzga en la Audiencia Provincial de Córdoba acusado de dar muerte a sus hijos, Ruth (seis años) y José (de dos años), han llegado a la conclusión de que es un hombre «desesperado», que no perdona los agravios y que es excesivamente «rígido».

Esas son las principales conclusiones a las que han llegado el médico forense José Sáez, el jefe de la Unidad de Psiquiatría de Agudos del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba, José Manuel Jaquotot, y la psicóloga del Instituto de Medicina Legal María José Nieto, quienes, por encargo del juez instructor del caso, llevaron a cabo el citado estudio psiquiátrico de Bretón y también un análisis de su personalidad, quedando claro que «no tiene ninguna patología psiquiátrica» y que tampoco sufre ningún «trastorno de personalidad, ni retraso mental».

Así lo ha destacado, en primer lugar, el doctor Sáez, quien ha señalado que Bretón presenta determinados «rasgos acusados de personalidad», tales como ser «obsesivo con lavarse las manos» y no tocar determinados objetos, como las puertas, o no sentarse en bancos de la calle. Además, tiene «una excesiva sensibilidad a los contratiempos», lo que lleva a Bretón a carecer de «predisposición a perdonar agravios, no los tolera con facilidad». También es «narcisista, dependiente, celoso y reservado», pero todos estos rasgos «no llegan a configurar un trastorno de personalidad», aunque sí que conforman «su particular forma de ser».

De igual forma, según Saéz, Bretón, quien puso en duda la imparcialidad de los psiquiatras que le examinaron, diciéndoles que le habían condenado previamente por haber incluido en su informe opiniones negativas sobre él de familiares suyos, incluida su exmujer, conserva toda su capacidad de conocimiento y de voluntad, siendo capaz de controlar sus sentimientos, siempre que vea en ello un beneficio, siendo también «metódico, ordenado y rígido», especialmente con su mujer y sus hijos.

A ello se refirió también Jaquotot, quien ha dicho que Bretón «escoge las respuestas que socialmente son más aceptables, como muchas otras personas», es decir, «es manipulador, pero también lo son los políticos, y no es su rasgo más característico, pero sí es rígido, aunque no ha tenido mala relación con sus hijos», lo cual no impide que «no le guste cuidar de ellos y de la casa», eso, según el psiquiatra, «es algo que no entra en sus esquemas», pero «no es frío», ya que «tiene sus sentimientos, buenos y malos».

Ello no deja de lado su «rigidez», ya que «pone normas a los niños y a la mujer de las que no se pueden salir ni un ápice», de ahí que, cuando se queda en paro, «está desesperado, pues vive de lo que gana su mujer, no tiene trabajo, no vive en su ciudad, y en este contexto le deja su mujer, lo cual es mucho para él», sobre todo porque montó «una estrategia de regalos y cartas» a su mujer, para intentar recuperarla, «que no es habitual en él» y que «le falla, con lo cual aún se desespera más».

Por su parte, la psicóloga María José Nieto ha señalado que Bretón tiene «una inteligencia superior a la normal» y es manipulador, pues «manipuló casi todas las pruebas» a las que le sometió. Es más, lo primero que le dijo Bretón es que «había superado la manía de no tocar las puertas».

ORFIDAL

Por otro lado, otro médico forense, Jorge Moreno, ha explicado ante el tribunal, junto a Sáez y a la doctora especialista en Pediatría Josefa Magdalena Borrero, cuáles las características del Orfidal, destacando que es un medicamento indicado para el tratamiento de la ansiedad en adultos y que, normalmente, no se prescribe a los niños de corta edad.

En cuanto a que si, como mantienen la Fiscalía y la acusación particular, Bretón suministró de forma conjunta Orfidal y Motiván a sus hijos, la pediatra, por su lado, ha dicho que podría haber sido «un cóctel mortal» para los niños, «en teoría».

En cualquier caso, Borrero ha reconocido que «no hay ninguna prueba» de que el acusado suministrara ambos medicamentos a sus hijos, lo cual, en función de la cantidad de pastillas que hubieran ingerido cada uno, podría, «en teoría», haber llevado a los menores a «una somnolencia muy profunda, a un estado de coma e incluso a la muerte».