Los comerciantes de la calle Cala de Bou padecen todos los días el descaro de numerosas personas que se dedican a los hurtos y que se sienten impunes aunque sean sorprendidos.

En la calle Cala de Bou ya están más que hartos de los hurtos y los robos. La avalancha es de tal dimensión que no saben qué hacer y lo único que piden, exigen, es más presencia policial. María Prats, dueña del centro comercial s’Alga, lo resume e una forma sencilla: «No paran de robar, simplemente cogen las cosas y se van sin pagar y ni siquiera podemos llamar a la policía, porque son cantidades que no suelen superar los 400 euros [con lo que el hurto se califica como una falta en lugar de un delito] y los agentes no pueden hacer nada, es de una impunidad que genera una gran impotencia».

«Cuando los cogemos, intentamos hacérselo pagar, algo que no siempre conseguimos, y entonces nos conformamos con recuperar lo robado», apunta María Prats. Por este motivo exige «más vigilancia y seguridad, porque, además, el turista está superinseguro en Cala de Bou, que antes era un sitio tranquilo y ahora hay mucha delincuencia». «Necesitamos más presencia policial en la calle para evitar el robo de bolsos en la calle, que también ocurre mucho, y es muy malo para el turismo, porque aquí siempre hay alguien vigilando para buscar el momento y las víctimas», denuncia.

«Nunca se ve policía por aquí, sólo vienen para poner multas, se asoman por la mañana para ver si has aparcado mal y te multan, pero nada hacen con los robos y la venta ambulante», advierte Prats.