Los comensales, entre ellos el president del Consell, Vicent Torres, disfrutaron de una cena muy especial en la que nunca pudieron ver nada. | DE

Una decena de personas vivieron ayer por la noche una experiencia muy particular, cenar con los ojos vendados metiéndose así, durante unas horas, en el papel de una persona ciega.

Algo que fue posible gracias a una iniciativa puesta en marcha de forma conjunta por la delegación de la organización nacional de ciegos (ONCE) en Eivissa y los estudiantes del ciclo formativo de Cocina y Gastronomia del Institut Isidor Macabich y a la que se sumaron, entre otros, el president del Consell d’Eivissa, Vicent Torres y la directora de este centro educativo, María José Molina Coll. Tampoco faltaron a modo de anfitriones MªCarmen Soler, presidenta del Consejo Terrritorial de la ONCE en Balears, Josep Vilaseca, nuevo delegado terrritorial en ONCE-Illes Balears, y por supuesto Mariano Torres, director de la organización en nuestra isla.

Al inicio de la cena, los miembros de la ONCE ofrecieron una pequeña explicación y algunos trucos para que los comensales, todos ellos con los ojos vendados, pudieran encontrar las copas o supieran donde estaban los cubiertos y los platos. Y después, se sirvió la cena preparada por los estudiantes del ciclo formativo de Cocina y Gastronomia del Institut Isidor Macabich compuesto por cuatro platos principales, postre y vinos.

Tras terminar, cada uno de los participantes se sometió a un divertido test en el que se puso a prueba su pericia para descubrir los ingredientes y el más habil fue invitado a la cena. Finalmente, la primera cena a ciegas que se realiza en Eivissa terminó con una distendida tertulia en la que se intercambiaron opiniones y sensaciones entre los comensales.

Meterse en el papel de un ciego

Según explicó Mariano Torres, director de la ONCE en Eivissa, la intención de la cena, que costaba 25 euros por cubierto y cuya recaudación fue destinada en parte a ayudar a una organización sin ánimo de lucro, fue «que los comensales pudieran acentuar y estimular otros sentidos distintos a la vista mientras se dan cuenta de cómo todo se percibe con más sensualidad, desde lo que tocamos hasta los olores y aromas que nos llegan envolviéndolo todo».

Además, y lo que es más importante, sirvió para que cada uno de los participantes se sensibilizara sientiendo en primera persona las dificultades con las que se encuentra una persona ciega en una actividad tan cotidiana como es comer y que que se lleva a cabo todos los días.