os barcos esperaban a las más de 200 personas que se habían apuntado a la excursión que el Ayuntamiento de Sant Antoni organizó ayer con motivo de las fiestas des Sant Bartomeu.

La emoción se sentía en el ambiente, los mayores intentaban tranquilizar a los peques que, nerviosos, corrían por el 'Capitán Nemo'.

Cuando ya había zarpado el barco, un chico cortaba la fruta con la que después harían una rica y fresquita sangría.

A la excursión estaban invitados gentes de todas partes de la isla, una excursión que mostraba la otra cara, la otra cara de Sant Antoni, la imagen que se debería mostrar y potenciar de la localidad.

El recorrido comenzó en Cala des moro, continúo por Cala Gració y Cala Gracioneta. La primera parada que hizo el barco fue como si se adentrara en un museo natural por, los pliegues y las formas tan complicadas de sa Torre des Coloms. Fijándose bien se podía apreciar que en este acantilado hay unos escalones de acceso a este sitio tan salvaje y solitario.

El agua tan limpia junto a Punta Galera dejaba ver un brillante y plateado banco de peces. Continuó el trayecto para descubrir varios veleros custodiando Cala Salada.

Pero lo más sorprendente comenzaba cuando se pudo ver el gran Cap Nono, majestuoso y tremendamente virgen en sus colinas.

La Costa Morte fue la siguiente parada, una zona tremendamente rocosa y llena de pliegues que parecía mosaicos. La gente se sentía orgullosa y entre los comentarios que decían se podía escuchar: «Esta es la imagen que se debería potenciar de Sant Antoni y no tanta fiesta».

Silvia Limones, delegada de Ports de les Illes Balears en Sant Antoni, se encontraba en el barco disfrutando del viaje con un grupo de amigos y familiares. Además de conocer a la perfección la zona, ella contó que «venimos desde hace cuatro o cinco años, cuando se empezó a hacer. Creo que está muy bien organizada y muestra a la perfección otra cara de Sant Antoni».

Durante el viaje no era raro escuchar cómo la gente se preguntaba por los delfines, por lo visto otros años se veían saltar a estos animales junto al barco.

El recorridocontinuó por ses Currals d´en Guillem, y por es Hortes, una zona en la que antiguamente fue terreno de cultivo y que aún se pueden ver las terrazas destinadas a ese fin.

Cada vez más cerca se encontraban ses Belandres, un buen sitio para los amantes del submarinismo. El capitán jugaba con el público acercándose a la isla Margarita, otro maravilloso acantilado. El barco se detuvo durante media hora para que todos pudieran darse un baño en tan paradisíaco lugar. En la parte de abajo del barco, otra sorpresa; unas cristaleras dejaban ver toda la fauna y la flora que esconden las aguas de la zona noreste de la isla.

Lo siguiente que se pudo ver fue Cala Sardina y la excursión dio la vuelta al pasar junto a ses Torres, donde se encuentran los restos de un enorme petrolero que se hundió años atrás. De regreso, para la comodidad de los excursionistas, el barco paró en el acuario y la última en el mismo puerto.