La Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil se encuentra ubicada en el Centro de Salud de Vila. | Irene G.Ruiz

R. L.
La Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil de las Pitiüses detectó el pasado casi dos centenares de nuevos casos de trastornos psicológicos entre menores de edad, según informaron ayer fuentes del Ib-Salut. En concreto, durante 2009 se diagnosticaron diferentes tipos de alteraciones en 177 entre niños y adolescentes, un porcentaje relativamente reducido respecto al total de consultas realizadas, que ascendieron a 6.151.
En cuanto a lo que llevamos de año, no se han facilitado números de los diagnósticos positivos realizados pero sí que se ha informado que, hasta junio, la cifra total de asistencias en consulta ha sido de 2.530, por lo que, de seguir así el año, se podría finalizar el ejercicio con un número sensiblemente inferior de servicios. Además de las citas programadas, las urgencias durante el pasado año supusieron 1.258 atenciones, mientras que hasta junio de este año la cifra es de 454.
Los trastornos psicológicos entre niños y jóvenes son tratados por la Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil situado en el Centro de Salud de Vila y que empezó a funcionar en la Isla hace 26 años. Al tratar desde niños de pocos años a jóvenes de 18 años, el abanico de patologías que se tratan es muy amplio, «desde trastornos alimentarios, del desarrollo, de la conducta, adaptativos o enfermedades mentales graves como esquizofrenia o bipolaridad», apuntan desde el Ib-Salut.
Magdalena Valverde, coordinadora de la unidad, añade: «lo que vemos es muy heterogéneo y, a menudo, las señales de alerta son muy inespecíficas, de ahí que tanto el proceso de diagnóstico como el tratamiento sean muy largos».
Dentro de esta gran variedad de problemas, existe uno que genera más consultas, en especial entre los niños más pequeños. Se trata del Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH). Tal es así, que el centro ha desarrollado «un protocolo amplísimo para estos casos, quizá el más completo de las Islas: hsitoria clínica, cuestionarios, pruebas de inteligencia, de atención, de impulsividad y procesos cognitivos», enumera Mercedes Corell, una de las psicólogas del grupo junto a Sara Santacruz.
Otra forma de abordar estos trastornos es la de crear grupos de tratamiento como los de hiperativos, de adolescentes o de relajación. «En el grupo por fobia escolar quisieron hacer un mural en el Hospital de Día, pero no en papel, sino en la pared porque sienten que ese es un espacio que tienen para ellos. A veces [los jóvenes] se curan porque tienen un lugar para ellos», pone como ejemplo Valverde.

'Sesiones de entrenamiento' para los padres de los niños afectados
El trabajo de la Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil incluye también el contacto y la relación con los padres, no sólo con los niños o adolescentes. «También es importantísimo el trabajo con los padres, con los que desarrollamos sesiones de entrenamiento», explica Mercedes Corell, psicóloga de este departamento.
«Es difícil decirle a un padre cómo tienen que actuar con su hijo; para un padre es muy duro escuchar que no lo está haciendo bien y que puede mejorar la conducta y el rendimiento escolar de su hijo haciéndolo de otra manera», añade esta especialista que concluye: «Por ello es muy importante el vínculo que creamos con los padres».