Mati González, del grupo Ibosim Flamenco Jazz durante su intervención. | EVA GOMEZ

La ortodoxia y la fusión. Dos caminos que corren paralelos en el mundo del jazz y que en la noche del pasado miércoles se encontraron en la segunda y última jornada del festival en el nuevo escenario de Vara de Rey de la mano de los barceloneses Land Space y la formación local Ibosim Flamenco Jazz.

Les tocó a los primeros de ellos abrir la noche y nada más empezar el concierto hubo dos aspectos que quedaron meridianamente claros: que la cantera jazzística barcelonesa goza de buena salud (Land Space es el actual ganador del concurso de jazz de la capital catalana) y que sigue habiendo una cierta falta de riesgo, un cierto 'síndrome del Taller de Músics' -sin que esta afirmación quiera ser una crítica- que genera que dichos grupos compartan un 'estilo' que les hace similares unos a otros.

Sin artificios

Dicho esto, Land Space mostró sus cartas sin artificios. La formación liderada por el guitarrista Nico Sánchez se mostró atípica en este sentido, ya que éste no sucumbió -como sucede con muchas formaciones con un guitarra al frente- al afán de protagonismo y, de hecho, más parecía que, a nivel de presencia musical, el líder fuera el saxofonista Albert Cirera, muy bien secundados ambos por la batería de Dani Domínguez y Tom Warburton al contrabajo. Sueños, Honning, 1982, Sin título (tema en el que el grupo retó al público a buscar uno acorde con la música, aunque advirtieron que Abrazar un árbol no valía), Pop Song y Estridencias fueron los temas interpretados por un cuarteto al que técnicamente resulta difícil encontrarle un defecto, pero cuyo camino debe llevarles aún por otras muchas rutas.

El cartel continuó con Ibosim Flamenco Jazz, formación de la isla que contaba para la ocasión con la participación de la cantante Mati González. Omar Guzmán 'Cuba', a los teclados y autor de los temas del conjunto, arrancó el concierto acompañado por Pedro Brekon (pecusión y coros), Giobanni 'Cuba' (bajo eléctrico), Luis 'Coco' (guitarra eléctrica) e Ismael Rodríguez (percusión); y quedó definido que la visión cubana iba a predominar sobre la flamenca. El conjunto, creado hace apenas tres meses, mostró una buena conjunción, aunque en ocasiones cayera en desarrollos musicales un poco extensos, un aspecto que no desmereció el buen nivel musical que demostró este «proyecto entre amigos», como lo definió Omar una vez finalizado el recital. «Vivimos todos en la misma calle, unos hacíamos salsa y otros flamenco, así que pensamos que por qué no juntarlo», rememoró el pianista, quien añadió que entre los proyectos de futuro de Ibosim estaba la grabación de un cd este invierno.

Con Michel Camilo bien presente en el plano de las influencias, Ibosim Flamenco Jazz desgranó con frescura su repertorio: Reflexión, Movimiento latino, Con cha-cha, Influencia latina o Amanecer, sonaron en Vara de Rey. La parte instrumental funcionaba con soltura e incluso con la participación del guitarrista cubano Norberto, pero fue una voz la que vino a iluminar definitivamente el escenario. Fue cuando Mati González (que no logró que le consiguieran una silla) desplegó su arte en Se me olvida. Comedida, la cantante se soltó varios temas después, en su segunda intervención, con un Bésame mucho desgarrador en algún momento que arrancó del público los mejores aplausos de la noche. Realmente, siempre es un placer recuperar la voz de la cantaora ibicenca.

Si tres meses de trabajo han arrojado como resultado el concierto del pasado miércoles, habrá que prestar atención al grupo Ibosim Flamenco Jazz, un punto que podría ser de referencia dentro del panorama musical de Eivissa.