Tres mil. Se dice pronto. Sin embargo, nunca dos palabras habían tenido tanta fuerza, tanta pasión, tanto sentimiento. Y es que ésa fue la cifra de personas que hizo ayer un hueco en su agenda particular para presenciar en Eivissa, en vivo y en directo, la Copa del Mundo, ésa que conquistó la selección española de fútbol el pasado 11 de julio gracias al 'Iniestazo' y que provocó una de las mayores movilizaciones en la historia del país.
El trofeo dorado realizó una parada en la Isla para que sus ciudadanos pudieran acariciar, besar y fotografiarse con tal tesoro de oro macizo, valorado en 150.000 euros, 25 millones de las antiguas pesetas. Casi nada. Transportada en coche por los agentes de Trablisa, el galardón fue traspasado a las manos de la directoria de área de La Caixa, que lo colocó en la mesa donde, después, sería torpedeada a 'flashes'. Mientras accedía a la entidad bancaria, casi un centenar de jóvenes, que hacía cola en la puerta, miraba la Copa con deseo, esperando el momento de acercarse a ella. Pero fue necesario esperar un poco más, porque las primeras fotografías estaban reservadas para los empleados de la Caixa. Obvio.
A las 08,20 horas, cuando las puertas se abrieron al público, que parecía ver el paraíso en sus ojos, radiantes de ilusión, llegó el primer miniconflicto. Eso de que los últimos serán los primeros ya no se cumple sólo en el reino de los dioses. Y es que los primeros aficionados en fotografiarse con el tesoro no fueron Antonia, María y las dos Irenes, que llevaban desde las 07,00 horas en La Caixa. No. Tal privilegio fue para otro grupo, encabezado por Paula y Lucía, que reconocieron entre risas que se habían «colado». «Somos de La Consolación y nos han traído aquí», agregaron. Los estudiantes de este centro, que formaban parte de una de las dos colas, accedieron antes que los demás a la entidad bancaria.

Indignadas
«Desde las 07,00 horas estamos aquí y ha entrado todo el colegio por delante», confesaba una de ellas con un tono mitad broma, mitad indignación. «Hemos venido de Sant Miquel. Nos lo han permitido nuestros padres», agregaron antes de definir el momento como «especial». Ésta fue la primera de las decenas de anécdotas que se produjeron en una mañana en la que escolares procedentes de centros como Sa Graduada, Buscastell y Santa María, entre muchos otros, realizaron una miniexcursión para presenciar el trofeo.
A las 10,00 horas, la Copa abandonó La Caixa, que recibió unas 700 visitas, para permanecer en el Consell d'Eivissa, donde el número de asistentes fue tres veces mayor, hasta las 13,00 horas. Mario Avellaneda recogió el trofeo en la entrada, donde cientos de niños gritaban como si estuvieran en un concierto de Back Street Boys. No era para menos. La Copa del Mundo estaba ahí, delante de ellos, frente a 3.000 personas. Se dice pronto.