La segunda parte de la docuserie sobre Julián Muñoz, llamada No es la hora de la venganza, es la hora de la verdad, vio la luz este viernes 21 de enero. Su primera entrega fue bastante criticada por su enfoque, que para muchos blanqueaba al corrupto y culpaba de todo a su expareja, Isabel Pantoja.

La siguiente entrega continuó esa tónica y, aunque no todos los tertulianos fueron igual de duros con la tonadillera, el discurso del expolítico fue tan incisivo con la artista como en los primeros capítulos emitidos.

El abulense recordó cómo se comportó la cantante en el crepúsculo de su relación, evitando ir a recogerle en sus permisos por motivos como ir al dentista, algo que Pepi Valladares, dijo que fue una falsa excusa: «En ninguno de los permisos que tuve me fue a buscar, que hubiera sido lo normal», añadió Muñoz.

El protagonista de la docuserie pasó algunos de esos permisos con Fosky, el exchófer y «espía» de la tonadillera, según dijo Muñoz, en Mi gitana. Este se enteró más tarde de que la artista había decidido romper su relación con él gracias a una exclusiva en la revista Lecturas, que se convirtió en su nueva forma de comunicación.

Fue en febrero de 2009 cuando se publicó una entrevista a Isabel Pantoja en la que revelaba que ella y Julián habían roto, algo que él no se esperaba. En noviembre de ese mismo año, él abandonó la casa de la Pera. Y es que, la tonadillera lo echó de la casa en la que vivía cuando se enteró de que el exalcalde de Marbella estaba comenzando un idilio amoroso con la empresaria ganadera Karina Pau.

«Me dijo que ya se había enterado de que estaba empezando a tener relaciones con una ganadera y que tenía que irme de la casa ese día, que no me daba más plazo para marcharme. Fui un capítulo más en su vida y lo cortó cuando y como le dio la gana. No sé si me quiso alguna vez, pero no se portó bien conmigo, a una persona destruida no se le puede dejar tirado en la calle, que es lo mismo que ha hecho con su hijo Kiko», señaló el expolítico, dolido.