La confesora de Rosario Porto se ha abierto en canal en televisión. | TVE

El caso Asunta vuelve a estar de actualidad tras el estreno de la serie en Netflix, por este motivo no han dejado de salir testimonios sobre los padres de la menor asesinada en el año 2013 en Santiago de Compostela. «Allí se habla de todo, ella se comunicaba con las muchachas, pero las consideraba inferiores. Era una mujer desequilibrada, tal vez el entorno familiar o social la hacían parecer la persona adecuada. Estuvo en la Robleda, un sanatorio psiquiátrico aquí en Santiago de Compostela, en Galicia», ha explicado la monja que asistió a Rosario Porto en la cárcel en el programa 'Mañaneros', en Televisión Española.

«No tenía muchas amistades o simpatías», recuerda la religiosa. Una soledad que intentó paliar con horas de su música gracias a unos cascos de los que no se separaba. «Tenía ganas de cariño, pobrecita. Creo que no tenía ganas de morir, tenía ganas de hacerse notar», ha contado en televisión. La misma monja también asistió a Alfonso Basterra, según cuenta, él, al igual que Rosario, fue condenado a la misma pena que su ex marido.

Noticias relacionadas

«No me ha tratado, era absolutamente ajeno a mi presencia. A Santiago no vendrá porque lo matan a tomates», dice. «Me dijo 'buenos días, hermana'. Antes pasaba como si fuera una sombra», cuenta. «Alfonso Basterra se quiere bastante a sí mismo, no creo que sea capaz de quitarse la vida», asegura, a pesar de que el padre de Asunta ha mostrado sus intenciones a través de una carta. «Para terminar le haré una confesión: cuando recupere mi libertad, tengo el firme propósito de desaparecer, nadie volverá a saber de mí, ni tan siquiera Rosario Porto. Solo tengo una razón para seguir con vida, que no es otra que volver a ser un hombre libre y reunirme con mi niña, nunca antes, aseguró en la carta Basterra.

Además, la confesora asegura que Rosario y Alfonso se intercambiaron mensajes durante su estancia en prisión a través de otros presos. «Se mandaban mensajes escritos. No veo cómo los mandaban con tanto sigilo y luego salían en los periódicos. Se los mandaban a través de otros presos», explica la religiosa.

Será en el año 2031 cuando él cumpla la totalidad de su condena. Aunque solicitó el tercer grado penitenciario este año, este se le denegó al no mostrar arrepentimiento y al negarse a admitir su culpabilidad. Por esa razón, no puede dormir en un centro de reinserción y debe seguir en la prisión de Teixeiro, en La Coruña.