Silencio
«¿Dónde están las feministas ahora?», dicen algunos tras leer un titular de soslayo en la prensa o ver durante dos minutos un informativo. Son los mismos que desconocen el origen y el alcance de este nuevo conflicto.
La pajilla
El miedo sigue, pero nosotras hoy somos más valientes, nos rebelamos y nos sacudimos el machismo con fuerza para que las pajillas se las hagan en casa y nos dejen seguir tranquilas nuestro camino.
La caída
Dos hombres la subieron a una camilla, mientras que su marido, torciendo el rostro en una mueca de desprecio, dijo en voz alta: «siempre tienes que liarla, ¿eh?».
El camino de baldosas de madera
Me gustan los desconocidos que van canturreando solos y los que sonríen sin motivo y miro con estupor a quienes practican boxeo o yoga en posturas imposibles.
Reencuentros
Aquí en mi isla, la de los excesos, el lujo, los precios por las nubes, los atascos y el bochorno, también hay sitio para comerse una ensalada en una roca, encerrarse en una terraza durante horas para evitar el postureo y repetir cenas en el chiringuito del barrio.
El fin de la involución
Tal vez esto sí que sea cuestión de género porque, salvo casos excepcionales, nosotras no violamos, nosotras no matamos y nosotras no golpeamos a nuestros congéneres con la saña con la que algunos primates lo hacen.
El lugar al que regreso en sueños
Aquel piso de la Calle Huelgas, que apodamos «juergas», era mi refugio y, probablemente por eso, cuando estoy estresada o me acuesto abrazada a preocupaciones, regreso a ese lugar donde todo era posible.
Sandía con leche condensada
Annie y July, nuestras ahijadas y vecinas, tienen la cualidad de trasladarme a la infancia cada vez que estoy con ellas.
Indultados
Imaginémonos que los que cometieron un delito de sedición descubren que sumando se rema más lejos y abandonan así sus eslóganes amarillos.
Vacunada
Les confieso que llevo toda la semana más feliz que si hubiesen descubierto un tratamiento efectivo, rápido y seguro para perder diez kilos sin dejar de comer.
Soy señora
Ahora, cuando alguien comete la imprudencia de aniñarme el sustantivo, sonrío y le recuerdo que hoy, por edad y currículum, soy una orgullosa señora.
Historias de lavadoras
Una de mis compañeras de alquiler solamente nos dejaba poner la calefacción dos horas al día, hasta que tras aquel accidente me encontré con un enorme calefactor que encendía por las noches mientras nosotras pasábamos frío.
Miente Pinocho
Así es Baleares, una aventura diaria, una sorpresa normativa, una fantasía en la que cada día puede ocurrir algo nuevo y bizarro destinado a poner patas arriba nuestra propia distopía.
Volver a casa
Les escribo este artículo para compartir que no hay final, pero sí la palabra feliz y que por fin he vuelto a Aranda.
El país de los zurdos
Los países en los que predominamos menos son España, con menos de un 9%, mientras que en la India, en Japón y en China ni siquiera el 5% de su población ha tenido la libertad de escoger su lado dominante.
Cortarse la coleta
Se equivocó Pablo Iglesias al tirar piedras contra los tejados de quienes no pensaban como él y a quienes acusó por ello de fascistas, de ignorantes y de insolidarios.
Opinión / Montse Monsalve
La mujer que todos miraban
Mi madre siempre será la mujer que todos miraban cuando me llevaba de la mano al colegio con el pelo rubio ensortijado, los labios rojos y la sonrisa contagiosa.
Asistente personal
¿Qué más me da ser investigada por los mayores cerebros del mundo? A mí pónganme un chip y vigilen mis pasos, pero ábranme los bares y devuélvanme los conciertos.
Felicidad, qué bonito nombre tienes
No sé si son los años, las canas o las mochilas que he lanzado al abismo de los convencionalismos, pero a mí ya no me pesan los kilos ni las palabras.
Como monos en Gibraltar
En la Roca ya no tienen toque de queda a las doce de la noche y la 'Main Street' solo muestra sonrisas.
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