El presidente de la Unión Ciclista Internacional, el holandés Hein Verbruggen, que estuvo detenido ayer lunes durante unas horas como «medida de precaución» abandonó la sede de la policía judicial de Lille (norte de Francia), encargada de la investigación del caso Festina, sin comparecer ante el juez instructor, Patrick Keil.

Acompañado por su abogado, Philippe Verbiest, Verbruggen no quiso hacer declaraciones sobre su interrogatorio por parte de los investigadores de Lille ni sobre el hecho de no ser recibido por el juez, tal y como él había solicitado el pasado mes de abril.

En una carta, dirigida al juez, Keil, el presidente de la UCI pidió al magistrado que se desplazase a Suiza (sede de la organización) para «informarle detalladamente de todas las actividades antidopaje emprendidas por la Unión» y, en caso de imposibilidad, se mostró dispuesto a desplazarse a Lille.

La detención de Verbruggen se produjo pocos minutos después de su llegada a la sede de la policía judicial de la ciudad donde se celebró un careo entre tres principales protagonistas del dopaje en el Festinael ciclista Richard Virenque, el ex director deportivo del equipo, Bruno Roussel y el antiguo cuidador de la formación, Willy Voet.