Abel Antón saluda al público del estadio olímpico de Sevilla.

Abel Antón se aseguró ayer, entre clamores del público sevillano, un lugar de honor en la historia de los Mundiales de atletismo al conseguir su segundo título consecutivo en el maratón, que prolonga la secuencia triunfal española en la prueba de los 42.195 metros. La gente se arracimaba en las aceras del circuito sevillano de doce kilómetros, al que los corredores tenían que dar tres vueltas, atraída, pese al calor agobiante (unos 36 grados al sol), por la esperanza de ver en los primeros puestos a los «guerreros» españoles. Nunca perdió la fe en la victoria, pese a que por momentos la carrera estuvo rota por delante, y llevó a cabo sus planes con precisión milimétrica.

Los otros favoritos españoles cedieron muy pronto el protagonismo al jefe Abel Antón. Fabián Roncero perdió muy pronto contacto con el grupo y algo más tarde lo hicieron Alejandro Gómez y Martín Fiz. Hecha la selección arriba, el keniano Simon Biwott y el italiano Vincenzo Modica, conocedores del final «asesino» de Abel Antón, se turnaron para tirar de un grupo de siete. Antón, imperturbable, aguantó todos los ataques.

El español pegó un tirón seco para dejar al keniano y se fue con Modica en busca de Sato, que había lanzado su ataque en el kilómetro 25. Por el kilómetro 37 Antón se adelantó para cazar a Sato, siguiendo la misma táctica que le llevó a ganar el maratón de Londres el año pasado. El japonés permaneció unos instantes junto al español antes de derrumbarse y ceder la plata a Modica. Antón recorrió la pista hasta la meta saludando y lanzando besos al público. La marca vencedora no revestía importancia: 2h13'36''. Martín Fiz, subcampeón en Atenas, terminó fuerte y ganó posiciones hasta llegar octavo con 2h16'17''.