Antoni Pujol Llabrés, Julia Cano Cobo y Bartomeu Estelrich Fuster (1953-1998), éste último a título póstumo, vieron reconocida su dedicación industrial al deporte en la capilla del Consolat de Mar. Fueron agasajados con el Cornelius Atticus, una distinción de reconocido prestigio en el mapa balear y que en esta última edición ha distinguido a tres personajes que generan sentimiento de plenitud colectiva. Su dedicación y labor, forjada a base de un buen puñado de años, no admite discusión alguna.

Antoni Pujol comenzó a jugar a baloncesto en el CN Palma y se dedicó después a entrenar, dirigir clubes, participar en las actividades de la federación e, incluso, trabajar como comentarista en distintos medios de comunicación. Julia Cano ha sido premiada por su labor de promoción del deporte femenino en Eivissa, donde organizó todo tipo de competiciones de distintas disciplinas.

Estelrich, que murió en 1998, se centró desde muy joven en perfeccionar la técnica de entrenamiento y conducción de caballos de «trot enganxat» y a lo largo de su vida participó en 8.000 carreras.