La amenaza de expulsar a Inglaterra de la Eurocopa 2000 si los hooligans británicos repiten los incidentes violentos ha causado alarma en el país. La decisión, que fue tomada el pasado domingo por la UEFA, pone en serio peligro a la selección de Inglaterra de fútbol, ya que aquélla considera que cuando se da un problema de esas dimensiones la única solución es cortarlo desde la propia competición. Pero en el comunicado emitido por la UEFA también se alude a las medidas insuficientes que se han tomado desde el Reino Unido para controlar a los hooligans, lo que ha provocado también una respuesta inmediata de las autoridades británicas y desde todos los estamentos del fútbol, incluidas algunas asociaciones de seguidores.

Tony Blair, primer ministro británico, aseguró ayer que «seguro que todas las personas del Reino Unido estarán decepcionadas por el comportamiento de los violentos. Desde luego que es toda una desgracia para nosotros y para el país, y por supuesto que no representan al colectivo de aficionados ingleses». Blair, que está en Portugal, dijo que «ese tipo de gentuza no tiene cabida en nuestro país y tampoco en nuestra forma de entender la vida. No puedo ofrecer ninguna disculpa por lo sucedido, pero sí puedo decir que ha ocurrido fuera de nuestro país y no podemos actuar como quisiéramos». «Espero que no influya en el futuro y perdamos la posibilidad de organizar el campeonato del mundo del 2006, aunque es un asunto complicado», añadió Blair.

La Federación de fútbol inglesa (FA) ha querido dejar las cosas claras y ha intentado apartar de la polémica a la selección y a los jugadores, por lo que desde esta federación se ha afirmado que «Kevin Keagan dijo que había que apoyar al equipo pero sin violencia, y eso es lo que hay que hacer».