Miguel Ángel Falasca trata de evitar un remate del cubano Ángel Denis durante el encuentro de voleibol de ayer.

JOSÉ ANTONIO GARRIDO - SYDNEY
Albert Costa y Magüi Serna redujeron con sus eliminaciones a cinco el número de unidades de la «Armada» española de tenis, que bajo un tórrido calor de invierno austral y sobre superficie sintética tuvo, incluso en los casos de victoria, todos los problemas del mundo.

La condición de número 23 del mundo de Costa y su expediente profesional no impresionaron en absoluto al zimabuo Kevin Ullyett, un anónimo visitante de fases previas y torneos menores pero que desarmó al leridano con entusiasmo, sangre fría en los momentos decisivos y, sobre todo, un servicio destructivo, al menos en rebound ace. A Costa de nada le valió su experiencia. La selección de voleibol cedió ante una Cuba presionada por la imperiosa necesidad de triunfo si no quería verse su clasificación en brumas. La hipermotivación de los caribeños y el enorme acierto en sus saques obligaron a España a ir siempre a rueda. Demasiados errores colaboraron con el triunfo cubano.

La malagueña María Peláez se llevó ayer posiblemente la mayor decepción de su vida profesional. En 2.14.66 minutos, lo que tardó en nadar estilo mariposa 200 metros en la piscina del Aquatic Center, pasó de cualificada aspirante a medalla a eliminada en series. También se quedó sin la plusmarca nacional. Mireia García, que le arrebató el récord, se quedó a 35 centésimas de entrar en esa final. En 100 libre, Javier Botello cayó en series. En la bahía de Homebush la flota española, salvo el barco de la clase 49er, que ayer no participaba, continúa a la deriva. La falta de viento obligó a la suspensión de las dos regatas previstas en Tornado, pausa que debería beneficiar a los vigentes campeones olímpicos, Fernando León y José Luis Ballester.

Después de cerrar el sórdido recuerdo de Angola con un triunfo, el cuadro de Lolo Sainz calibró argumentos con alguien de su nivel y salió perdiendo. Rusia usó un arma secreta para ejecutar al equipo español: Serguéi Chikalkin acribilló desde el exterior a la complaciente defensa de España.