«Sí se puede». Con este grito de guerra aterrizó la expedición de la Peña Deportiva -mejor dicho, la mayoría, pues Ondina, por ejemplo, había llegado en un vuelo anterior para centrarse ahora en su boda- en el aeropuerto de Eivissa un día después de haber conseguido, a costa del Don Benito,el ascenso a Segunda División B, ése en el que muchos no confiaban. El avión llegó con una hora de retraso (12,30), lo que activó los nervios entre los pocos (unos 20) pero ruidosos aficionados que esperaban ansiosos la llegada de los deportivistas. Entre ellos se encontraban incluso algunos de los futbolistas no convocados, tales como Curuné, Morilla y Pepe Grimaldo.

Parecían vampiros sedientos de sangre, esperando sobresaltados la aparición de sus presas. Entretanto, la novia de Salazar se encargaba de poner las pinturas de guerra a los aficionados santaeulalienses. A través de algunas ventanas empezaron a verse los rostros de los jugadores mientras se dirigían a recoger el equipaje, lo que llevó el éxtasis a los seguidores. Los fans mostraron sus colmillos a través de bocinas de gas líquido que ensordecieron a todos los presentes en el aeropuerto y despertaron el llanto del bebé de Dani Mori, Noah, quien trataba de descansar en brazos de su madre.

La salida y Bojan

Las maletas tardaban y la tensión se acumulaba. Alguno incluso intentaba colarse en balde por las puertas de salida de pasajeros. Adrián optó entonces por acercarse a saludar, ganándose una buena colleja de su compañero Curuné. La verdadera fiesta estaba ya cerca de empezar. Como si de la bomba de Hiroshima se tratara, el aeropuerto estalló de júbilo con la salida en masa de los protagonistas del ascenso. «Sí se puede», fue el grito unánime de todos mientras formaban un corro. Los cánticos se apoderaron entonces del escenario. «El año que viene, Peña-Barça B» y «al bote, al bote, del Eivissa el que no bote» fueron algunas de las perlas que soltaron los jugadores, envueltos en una nebulosa de felicidad. Las miradas de cientos de incrédulos extranjeros se preguntaban quién era ese desconocido grupo de locos que tanto jaleo estaba armando. «Son la Peña, que ha subido», contestaba algún aficionado.

No se cuestionaron lo mismo al ver pasar a Bojan, delantero del Barcelona. A éste sí que lo identificaron todos. Incluso un aficionado le dijo «vente a la Peña y deja el Barça». El delantero azulgrana también fue motivo de broma para el defensa Berto. «Se me ha acercado Bojan pidiéndome una foto», esbozó entre risas ya fuera del aeropuerto, donde arrancó el camino hacia Santa Eulária poco después de que un camión de Actimel se uniera con su claxon a los festejos.

Tren del ascenso

La Peña Deportiva tomó entonces rumbo hacia el estadio Municipal, donde les esperaban las fuerzas policiales, su escolta para las calles santaeulalienses, y un tren turístico con el que recorrer el municipio. Banderas al viento, gritos de alegría, saludos a los ciudadanos... La fiesta seguía. Los vagones emanaban alegría a raudales y la parada a las puertas del ayuntamiento no iba a ponerle fin. Nada más poner pie en tierra, los deportivistas decidieron sentarse, formar una fila y llevar a cabo la celebración del remo. Un ascenso no se consigue cada día y había que explotar todas y cada una de las celebraciones posibles.

Recepción política

Al entrar en la sala de plenos, los futbolistas entonaron primero el «alcalde, saca el champán» para, después, transformar la versión a un «alcalde, saca el dinero». Y para continuar hablando de capital económico, no pudo faltar otro clásico: «¿Dónde están las primas?». Aquí no acabaron los mensajes hacia Vicente Marí. «Que bote el alcalde, que bote el alcalde», gritaron. El político cumplió y, además, hizo entrega de una placa. Tras los discursos de rigor del alcalde y Miguel Torres (presidente del club), quien le pidió más apoyo, los jugadores la tomaron con Dani Mori, al que solicitaron que hablara para acabar silenciándole con sus voces, y al engominado Toni Torres (director deportivo) a quien apodaron Pedja Mijatovic.

Ofrenda

Más serias se pusieron las cosas en la iglesia, donde hicieron una ofrenda floral. Allí se puso el punto y seguido a una fiesta que continuó de noche con una cena para toda la plantilla, en la cual degustaron de mejor forma el sabor del ascenso.