La gran final del Abierto de Australia conlleva dos retos en sí misma. La oportunidad de que por fin el tenis español consiga el único título del Grand Slam que le falta, por medio de Rafael Nadal, y la posibilidad de que el suizo Roger Federer iguale al fin los 14 Grandes del estadounidense Pete Sampras.

Bajo estos dos parámetros se mide la primera gran final del año entre los dos mejores del mundo (09,30 horas, Cuatro). Nadal, que hasta ahora nunca había sobrepasado las semifinales de un Grand Slam en pista dura, tiene en su mano cerrar ese capítulo. Si el año pasado fue el mejor en esa superficie con una marca de 46-10, ahora es el momento de refrendarlo.

Agotamiento
Pero Nadal llega tras un partido agotador, de cinco horas y 14 minutos, el más largo en los anales de la historia del Abierto, tras derrotar a su compatriota Fernando Verdasco. Falta saber si el español será capaz de vencer el dolor, imponer la hegemonía que ha demostrado ante Federer, a quien domina por 12-6, recuperarse a tiempo y doblegar a quien considera el mejor de la historia.

Sus cuatro triunfos en el 2008, en Montecarlo, Hamburgo, Roland Garros y la épica final de Wimbledon atormentan a Federer, que cuando ve a Nadal frente a la red siente su peor pesadilla. *Complejo, angustia, temor?, pueden ser los síntomas de lo que padece el suizo frente a la raqueta española.

Federer juega en casa. Aquí fue donde comenzó su carrera como número uno del mundo en 2004 cuando ganó su segundo grande transformándose en el monstruo que es hoy. Fue en Melbourne donde lloró y la fibra más sensible de su cuerpo salió al exterior cuando recibió el trofeo de ganador de manos de Rod Laver en 2006. Un simbólico relevo de antorcha entre una leyenda y otra.

Federer, de récord
Ante esas perspectivas, Federer saltará a la pista para igualar el récord de los 14 Grand Slams de Sampras. Uno de los últimos retos que persigue, sabiendo que si no lo logra aquí, le será prácticamente imposible en París y muy difícil en Londres.

Nadal es su «bestia negra», y ahora más, cuando el de Manacor puede lograr lo que no pudieron Juan Gisbert, Andrés Gimeno, Carlos Moyá, Arantxa Sánchez Vicario y Conchita Martínez. Rafa quiere saldar esa deuda del tenis español en un Grand Slam que se ha resistido y al que está llamando a la puerta.