El capitán bermellón, Raúl Garrido, pugna por un balón con un contrario. Foto: GERMÁN G. LAMA

No hay manera. La SE Eivissa volvió a dejar escapar la oportunidad de conseguir una victoria y ya lleva siete jornadas consecutivas sin sumar los tres puntos de una tacada. El rival de ayer, el Sant Andreu, no era precisamente el más idóneo para quebrar una racha que no conduce precisamente al optimismo, pero lo cierto es que el equipo rojillo tuvo en sus manos la ocasión de dar un golpe sobre la mesa, sobre todo, gracias a la espectacular actuación de Juan Carlos Sanz, desequilibrante como nunca. Sin embargo, el zurdo no bastó para despejar los fantasmas que sobrevuelan Can Misses y, este fin de semana, el conjunto de Alfredo Santaelena deberá ofrecer su mejor versión en el feudo del Atlètic Balears, sumido también en la zona de descenso, en un encuentro con autétnico sabor a final.

El técnico rojillo no hizo prácticamente cambios en el once inicial a pesar de la reciente incorporación de varios jugadores y apostó por un once en el que sólo hubo una gran novedad: la continuidad en la portería de José Antonio después de que Manu hubiera cumplido su partido de sanción. Por cierto, el andorrano estuvo fenomenal. Por lo demás, José García y José Rodríguez, que también habían causado baja por sanción ante la Gramanet, regresaron al lateral derecho y eje de la defensa, respectivamente, mientras que De Pablos ocupó la vacante del sancionado Raúl Rodríguez.

La SE Eivissa, con un doble pivote netamente destructivo compuesto por Raúl Garrido y Jerry, planteó el partido desde la defensa con la intención de no dejar ningún hueco a los talentosos jugadores del Sant Andreu y salir al contraataque. Así las cosas, el equipo catalán dispuso de la posesión del balón prácticamente siempre, sobre todo en la primera parte. Lo que pasa es que los catalanes, en vez de practicar fútbol, parecían estar en un entrenamiento jugando al gato: mucho toque, pero sin la vista puesta en la portería. Y así no se va a ninguna parte.

Ocasiones rojillas

De hecho, fue el Eivissa el que dispuso de las primeras oportunidades a pesar del aplastante dominio terrenal de los visitantes. En el minuto cinco, Àngel Sánchez probó fortuna con un disparo lejano que se marchó cruzado y, en el diez, Pisano no supo controlar un servicio mágico de Sanz, que le había dejado solo ante la portería. A la tercera fue la vencida. Un Eivissa más inteligente que valiente, que no quiso suicidarse ante un superior Sant Andreu, desequilibró la balanza en el minuto 20, cuando Sanz peinó al palo largo un centro con la zurda de De Pablos. Increíble, pero cierto. Sin hacer nada del otro mundo, el conjunto de Alfredo mandaba en el marcador.

El tanto enfureció al cuadro de Nacho González y la réplica no tardó en llegar; un minuto después, Moyano remató de cabeza tras un saque de esquina y José Antonio sacó una mano salvadora, espectacular y oportuna para mantener el 1-0 en el marcador. El central se echó las manos a la cabeza. No se lo podía creer.

El Eivissa se sacudió el miedo y le perdió el respeto a su adversario hasta el punto de que Ibon Begoña y Àngel Sánchez trenzaron por la banda izquierda una jugada de Play Station, con pases de tacón y primer toque, que acabó con un despeje in extremis del defensor para evitar el remate a placer de Pisano. El público aplaudía y el Eivissa se gustaba. El envite entró en una fase de fútbol control y las ocasiones de gol brillaron por su ausencia, si bien un cabezazo combinado de Eloy y Dani Martí, así como una vaselina de éste desde fuera del áera enmudecieron por un momento a la parroquia local. Por suerte, sólo fue un susto, llegándose al descanso con el solitario tanto de Sanz, que ya lleva tres en siete días, en el marcador.

Cambio de papeles

En la segunda mitad, los papeles se cambiaron. Sorprendentemente, la SE Eivissa puso el toque ante el Sant Andreu, pero con una diferencia: el equipo rojillo, además, veía puerta. Sanz, el mejor del partido, se disfrazó de Thomas Alva Edison para inventarse una luz por la banda izquierda, driblar a quien se pusiera por delante, combinar con Pisano, sentar al último defensor y tirar al palo. Impresionante.

Sus compañeros se contagiaron por inercia y una apertura de Raúl Garrido a Àngel Sánchez acabó con un centro del canario que Pisano, en el área pequeña, mandó a las nubes. Sólo habían pasado cinco minutos y en el campo sólo había un equipo: la SE Eivissa.

Pero la alegría va por barrios y ésta hizo las maletas antes de lo deseado. Primero, el colegiado no sancionó una posible mano en el área visitante tras un remate de Joan Castillo en el minuto 59. Después, un rechace dentro del área lo aprovechó Edu Oriol para superar a José Antonio en el mano a mano, igualando así la contienda en el 64'. Por último, en el 88', el trencilla, con acierto, no pitó penalti tras una caída de Pisano en el área, quien encima vio la tarjeta amarilla por simular la falta. Y es que ya había que intentar cualquier cosa para cambiar el rumbo de una SE Eivissa que sigue en la UVI. Al menos, la imagen fue positiva. Quien no se consuela es porque no quiere.