El jugador del Orihuela Pereira, autor del gol que dio la victoria a su equipo en el minuto 91, despeja un balón ante la presencia de Guirado. Foto: IRENE G. RUIZ

Azul oscuro casi negro es el color de la desesperanza. Es un estado de ánimo que raya la melancolía. Un futuro con brumas, incierto. Una tonalidad cambiante dependiendo de la luz y el prisma a través del que se mire. Azul oscuro casi negro es el color de la Peña Deportiva tras su inoportuna derrota de ayer ante el Orihuela. Un rival directo que sepultó la fe de los de Cristóbal Parralo en el tiempo añadido y en la mejor jugada de todo el encuentro.

El partido también fue de color zarco. Ambos equipos se repartieron a partes iguales la posesión y el control del juego. El balón, eso sí, en contadas ocasiones circuló rápido a ras de césped. En la mayoría de ocasiones el cuero surcaba el cielo ibicenco sin rumbo fijo.

Cristóbal y Tevenet habían planteado un encuentro táctico, pero ofensivo, y la combinación resultó infumable. En el inicio de la primera mitad, con Alberto Heredia y Jonathan Carril como hombres más adelantados, el plantel peñista trató de arrinconar a su rival, pero el Orihuela pronto se zafó de esa presión gracias a un potente centro del campo liderado por Pereira, a la postre, protagonista del partido.

Después de dos tímidos cabezazos de Buti y Carril en los primeros cinco minutos llegó la primera ocasión de verdadero peligro, pero la firmó el ariete oriolano Iban Espadas. El delantero realizó un centro chut desde la izquierda, casi sin ángulo, y el balón lo escupió el poste derecho de la meta defendida por Pociello (min. 10). Poco después Heredia probó fortuna desde 30 metros, pero su vaselina salió demasiado alta.

El gaditano alternava la media punta con Carril, mientras que Tino se hundía en las profundidades del costado izquierdo y Guirado se enredaba en el derecho.

En el ecuador del primer acto tomó el mando el bloque levantino. En el 23', Juanan colocó un buen servicio que rechazó en un defensor peñista y salió bordeando el palo izquierdo. El bloque de Santa Eulària se dedicaba a achicar balones porque no sabía que hacer con ellos. Ondina estaba desdibujado en la medular y a Derek se le acumulaba la faena por aire y tierra. Espadas, cuando se cumplía la media hora, se encontró un balón sólo a la espalda de la defensa local, pero no tampoco acertó a conducirlo hasta Pociello. Poco después, Santi Villa botó una falta lateral que cabeceó sólo en el punto de penalti el delantero vasco.

La Peña continuaba vestida de un color turquesa que se iba oscureciendo conforma transcurría el encuentro. No llegaba al área rival, no había síntomas de algo positivo. En el minuto 40, Pociello tuvo que hacer alarde de sus reflejos para evitar que un balón desviado por Gavilán se colara por su propia escuadra. Y con un tímido testarazo de Berto a saque de esquina se llegó al asueto.

En la reanudación el conjunto de Cristóbal mudó su gradación por un azul celeste más alegre y optimista. El equipo se volcó al fin sobre la meta de Ricardo y gozó de numerosas aproximaciones al área, aunque sin llegar a poner el uy en la abarrotada grada del Municipal. Las faltas y los parones rompían un partido abocado al fútbol directo. No existía zona de creación, sólo zonas de despeje, balonazo y remate a puerta.

Guirado intentó una chilena en el 49' que salió desviada y Tino en el 57' disparó flojo desde el vértice izquierdo del área tras un gran control orientado. Entre medias, el susto del partido: Iban Espadas, tras un choque con Berto, quedó conmocionado durante unos instantes sobre el tapete, pero felizmente se reincorporó al encuentro sin consecuencias.

El duelo entraba en una fase importante y la Peña avisó primero. Derek se lanzó en plancha en el corazón del área buscando un lejano centro desde la derecha, y su cabezazo no entró por escasos centímetros (min. 63). Era el mejor momento de la escuadra de la Villa del Río, alentada por una afición exaltada por las ocurrencias del colegiado. Dos minutos después Tino se marchó por banda izquierda; su centro al área lo peinó Guirado y Carril, de espaldas, sólo pudo entregar mansamente el cuero a las manos de Ricardo con la coronilla. En el ataque siguiente Heredia hizo la del madridista Robben. Agarró un balón en banda izquierda y tras dos recortes hacia el centro disparó con fuerza buscando el segundo palo, pero el balón se marchó desviado.

Cuando ambos equipos se habían resignado al insuficiente empate llegó la jugada clave del partido. En el tiempo extra, Futre aprovechó una pérdida de balón de Borja para internarse por la derecha con una buena triangulación. Su centro al área lo dejó de tacón Marcos para Pereira, que fusiló a Pociello por alto. No había tiempo para más. La Peña no había sido capaz de marcar y el Orihuela no perdonó. Ahora el tamiz es más oscuro que nunca y el camino por recorrer, cada vez más corto.

El equipo de Cristóbal, 17º clasificado (29 puntos) sigue en puestos de descenso y se encuentra a cinco puntos del Gava, 16º clasificado (34) en el puesto de promoción, y sobre el que tiene la ventaja en el golaverage. Sin embargo, y a pesar de estar también a cinco del Valencia Mestalla, 15º (34) y primer equipo en la zona de permanencia, con el filial che no tiene perdida la diferencia de goles, por lo que, en la práctica, se halla a seis puntos de la tranquilidad. El siguiente en la tabla es el Terrasa con 35 puntos. El problema es que ninguno de ellos está en el calendario de la Peña desde ahora hasta final de temporada. El camino de los de Cristóbal desde hoy es bastante complicado. Primero visitan al Sabadell, tercer clasificado; después jugarán dos encuentros seguidos en casa ante Benidorm (11º) y Lleida (7º). Pero aún habrá partidos más difíciles, como fuera de casa ante la Gramanet (9º) o en Santa Eulària ante el Sant Andreu (4º). Un partido vital a domicilio ante el Baleares y luego vendrá el líder, el Villarreal B. Para acabar visitarán al Denia y recibirán al Osasuna B.